Hambre, el gran tema

El hambre mata y reduce la esperanza de vida a diario. El mundo produce suficientes alimentos para que nadie la sufra. Sin embargo, las cifras recientes de la FAO (Informe 2013) son inquietantes.

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El hambre y la desnutrición matan más personas diariamente que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas. 842 millones están subnutridas. Uno de cada 8. El 45% de los 6,9 millones de niños que murieron en el 2011 pereció por causas ligadas a la desnutrición. El 25% de los menores de 5 años tienen retrasos del crecimiento por desnutrición. Hay 2.000 millones de personas que carecen de las vitaminas y minerales esenciales. Los micronutrientes son decisivos.

Entre ellos, la deficiencia de vitamina A impide el normal funcionamiento del sistema visual y la producción de células rojas. Es la causa principal de ceguera. El 31% de los niños tienen déficit de ella. La falta de hierro causa anemia, y ello impacta el desarrollo cognitivo. Afecta al 47,9% de los niños. Las deficiencias de yodo dañan las funciones mentales. Las padecen 30,3% de los niños.

¿Por qué tanta privación, y progresos tan lentos en este campo crucial?

El informe 2012 de la FAO se titula: “El crecimiento económico es necesario, pero no suficiente para acelerar la reducción del hambre y la malnutrición”.

No basta crecer. Hay un gran tema de desigualdades agudas en el acceso a los alimentos. Los 1.200 millones que viven en pobreza extrema no tienen lo mínimo para comprar los alimentos indispensables, y los 3.000 millones en pobreza tienen serias dificultades para hacerlo. Además, los precios subieron, por la especulación. La revista alemana Der Spiegel escribe: “En la Bolsa de Chicago (ámbito principal de negociación de los precios de los alimentos) se decide cada día la vida o la muerte de los hambrientos del planeta”.

Es posible enfrentar el problema. La FAO estima que “si la comunidad internacional invirtiera 1.200 millones de dólares al año durante 5 años en la reducción de las carencias de micronutrientes, se mejoraría la salud, y se reducirán las muertes infantiles”. El retorno de esa inversión sería 13 a 1. Se gasta anualmente en armas 80 veces esa suma.

Hay países que han mostrado que es posible combatir la desnutrición. El Brasil de Lula la bajó en un 40% entre el 2001 y el 2012, con su programa Hambre Cero, hoy referencia mundial.

Para avanzar, hay que dar al problema máxima prioridad. Lula afirmó al iniciar su presidencia: “Vamos a crear las condiciones para que todos puedan comer decentemente tres veces al día, sin donaciones. El Brasil ya no puede continuar conviviendo con tanta desigualdad”. José Graziano, fundador del exitoso Hambre Cero, hoy al frente de la FAO, para llevar adelante un liderazgo de excelencia, innovador y avanzado, subraya que tener alimentación es un “derecho humano básico” y que “el mundo tiene el conocimiento y los medios para eliminar todas las formas de inseguridad alimentaria”.

Se terminaron las excusas para justificar el hambre.

* Columnista invitado

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