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El Papa se enfrenta hoy a una serie de reformas para actualizar mínimamente el catolicismo. Los pedidos de cambio sobre el celibato, la aceptación de mujeres sacerdotes, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el uso de anticonceptivos figuran en la agenda. A esto, debe sumarse el gran escándalo sobre las denuncias de pederastia que afectan a decenas de sacerdotes y obispos a lo largo del mundo y la corrupción en el Banco Vaticano.
Empero, Francisco tampoco es un líder ultraprogresista. Se resiste todavía a tener cambios reales y estructurales en la institución oscurantista. La semana pasada pasó muy inadvertido un mensaje enviado a la jerarquía católica de África. El Papa exigió a los obispos africanos promover y defender el modelo cristiano de matrimonio, frente a la poligamia y a las uniones mixtas de católicos con musulmanes o animistas.
“Les animo a que apoyen a las familias cuyo modelo cristiano debe proponerse y vivirse sin ambigüedad, frente a una poligamia que sigue extendida, igual que los matrimonios con no bautizados cada vez más frecuentes en África”, fue lo que escribió Bergoglio en una carta que entregó a tres obispos guineanos que se encontraban en el Vaticano. Lo escandaloso de esto es que a continuación, abogaba por el diálogo con la comunidad islámica del continente. ¿Una contradicción?
Por último, Francisco también se quejó de las sectas religiosas que abundan en los países africanos. Señaló que estas se aprovechan de la pobreza y la credulidad de la gente para “proponer soluciones fáciles pero ilusorias”. Esta acotación parece un contrasentido de parte de Francisco, que está al frente de una institución que necesita la credulidad de la gente para seguir existiendo. El catolicismo también propone soluciones fáciles pero ilusorias. ¿O acaso hay alguna prueba de la existencia de Dios o de algún paraíso? A las sectas y al cristianismo los sostienen el pensamiento mágico y la falta de escepticismo.
La Iglesia Católica promete el cielo y la vida eterna a sus feligreses. No hay mucha diferencia con las sectas que más o menos promueven lo mismo, a cambio de una suma de dinero o de otros ciertos favores. ¿Es una muestra de caradurez? Sin entrar a recordar la historia negra de esta religión, el Vaticano hoy en día sigue apostando por el machismo, la homofobia y la falsa humildad, en medio de tanta fastuosidad.
Lo más preocupante es que Francisco quiera prohibir la interculturalidad, en un continente muy violento y con masacres interétnicas enormemente graves. Es verdad que falta un diálogo interreligioso, que falta que terminen los asesinatos entre musulmanes, cristianos y animistas, pero eso no se logrará si el Papa exige que las personas no se casen si tienen diferentes credos. ¿Cómo puede promover la paz desde la desunión? ¿Cómo se atreve a proponer diálogo pero al final exige separación a causa de la fe?
Francisco quizás sea una estrella para millones de personas, tal vez tenga mucho carisma y se muestre simple y agradable, pero sigue siendo el líder de una religión poderosa y peligrosa, que por casi dos milenios ha traído violencia, misoginia, persecución al librepensamiento y estancamiento intelectual.
equintana@abc.com.py