Francisco

La elección del papa Francisco, perteneciente a la Compañía de Jesús, cuyos miembros son más conocidos como jesuitas, renueva la esperanza en la Iglesia Católica. Con su rostro bonachón y sonrisa afable, el Santo Padre transmite alegría y sencillez a la feligresía.

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Un Papa latinoamericano, conocedor de la realidad social de este continente y en particular de la colectividad paraguaya en la Argentina, había señalado el obispo de San Juan Bautista, Misiones, monseñor Mario Melanio Medina, al recibir la noticia de que el cardenal Jorge Bergoglio fue electo sumo pontífice.

Aquí en Misiones, tenemos cuatro localidades jesuitas: San Ignacio, que fue el centro de la reducción en el Paraguay; Santa María, Santa Rosa y Santiago. Estos pueblos, según los relatos históricos, tuvieron su esplendor durante la misión, con un desarrollo económico, social, político, religioso y cultural.

En realidad, todo Misiones fue durante las reducciones una región muy desarrollada desde los años 1609 hasta la expulsión de los jesuitas en 1767. Los museos y artes barrocas, las pinturas y esculturas que perduran hasta la actualidad prueban los avances durante la evangelización de los jesuitas.

El problema que planteamos es la decadencia cultural y la necesidad de conservar y cultivar el arte a fin de lograr la formación integral de las personas. Aquí no cabe duda de que se produjo una involución en todo sentido, quizás también en lo religioso por falta de renovación de la Iglesia, que necesita cambios dinámicos para enfrentar los desafíos de la posmodernidad.

Por eso, genera optimismo la elección del papa Francisco, quien según las informaciones es austero, humilde y sensible a los problemas sociales.

Como líder mundial, Bergoglio, en contraposición a la ostentación de los que tienen poder político o religioso, ofrece el lado humano y la bondad como para volver a tener esperanza en medio de tantas calamidades que ocurren en la actualidad.

rmontiel@abc.com.py

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