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En estos días, Felipe VI, rey de España, y la reina doña Letizia, visitaron México, un país con vínculos muy marcados con la península a través una larga historia común que incluye los trágicos episodios protagonizados por Hernán Cortés entre 1519 y 1522. Los reyes fueron recibidos por todo lo alto, donde las demostraciones superaron el protocolo para dar paso al afecto. A propósito de ello, dicen que en México se tiene un sentido profundo del protocolo y que se lo observa con mucho rigor. Y agrego yo, quizá sea herencia de aquellos antiguos aztecas cuyos ritos y ceremonias seguían un ceremonial muy bien codificado según apuntaron los cronistas de Indias.
En medio de tanto ceremonial, el rey dispuso de un tiempo adecuado para rendir homenaje al exilio español, aquel que debió abandonar España huyendo de la barbarie fascista de los ejércitos de Franco, el “generalísimo”; un exilio republicano, preferentemente de izquierdas que nadie quería; un exilio que fue a parar a los campos de concentración que levantó Francia para ellos; un exilio que sin embargo encontró la mano tendida de México. Allí fueron, allí se quedaron, allí se integraron y allí pagaron su estadía con algo mucho más valioso que el oro: pagaron con su sabiduría. La lista de escritores, poetas, filósofos, cineastas, científicos, profesores universitarios, es larga y es rica. La principal beneficiada fue la hoy famosísima Universidad Autónoma de México que despegó gracias a tales aportes. “Una emigración –dijo el rey– de marcado carácter intelectual que dio origen a instituciones de tanto prestigio como la Casa de España en México, años más tarde convertida en el Colegio de México” y consideró como “historia compartida” por los dos países el “éxodo español”.
Para mencionar nada más que algunos nombres, en ese exilio: Max Aub, León Felipe, Luis Cernuda, José Bergamín, Luis Buñuel, José Gaos, Enrique Díaz Canedo, Ramón Gaya, Pedro Garfias y un largo etcétera.
Pero ya que estamos hablando de exilios, semanas atrás Felipe VI y doña Letizia inauguraron en París, frente a la Alcaldía (el famoso Hôtel de Ville), un jardín dedicado al Regimiento 9, de la Segunda División Blindada Francesa, que fue el primero en entrar en París para desalojar a los nazis. El regimiento estaba compuesto íntegramente por españoles que habían huido de las persecuciones y degollinas del ejército del “Caudillo” y, como nadie los quería, resolvieron sumarse al ejército francés para luchar contra el nazismo. Es decir, tendrían que haber sido todos republicanos y de izquierdas. Pero fueron combatientes españoles que lucharon por la paz y tuvieron su tributo.
Tendríamos que aprender de los demás que un gobernante, al asumir el mando, se debe a todos los ciudadanos por igual y no solo a sus “correligionarios”. Mientras no lo aprendamos, no tendremos gobernantes ni justos, ni ecuánimes, ni equilibrados ni democráticos. Solo chapuceros.
jesus.ruiznestosa@gmail.com