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El nuevo gobierno paraguayo, electo en comicios ejemplares en abril pasado, busca una nueva inserción regional e internacional, más dinámica, más flexible y más diversificada, particularmente después de la injusta e ilegal suspensión que el país sufrió por parte del Mercosur y de Unasur. Estos alegaron que se derrocó ilegítimamente al Presidente Lugo (junio de 2012), cuando en realidad se lo destituyó vía juicio político parlamentario y constitucional, a pesar de la presión y la injerencia de los cancilleres sudamericanos llegados a Asunción y liderados por el canciller venezolano, Nicolás Maduro –quien además arengó a los militares paraguayos para que salieran a defender a Lugo–.
Argentina, Brasil y Uruguay utilizaron la ausencia paraguaya del bloque regional para incorporar torpe e ilegalmente a su aliado ideológico, Venezuela –incorporación que el Congreso paraguayo había negado previamente–.
A pesar de ello, el Presidente y su canciller, Eladio Loizaga, han destacado la importancia que tienen para el Gobierno y el país las relaciones bilaterales con sus vecinos y tienen la determinación de recomponerlas. La participación plena de Paraguay en las actividades del Mercosur dependerá de cómo se resuelve la presencia ilegal de Venezuela en el bloque, incluyendo ahora su presidencia del mismo. La situación se complica además por el retiro de Venezuela del sistema interamericano de derechos humanos (La cláusula democrática del Mercosur implica un compromiso con la democracia y los derechos humanos).
Este curso de acción comenzó en reuniones del Presidente con sus pares durante la inauguración presidencial y en el cónclave de Unasur en Surinam, y existe una agenda de visitas presidenciales a Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, con propuestas para avanzar en temas de comercio, zonas francas, transporte, puentes, represas, energía, aduana, infraestructura, seguridad fronteriza, cooperación técnica, entre otros. Las recientes visitas a Argentina y Chile concluyeron con importantes coincidencias para adelantar los mismos. Paraguay busca flexibilizar su relación política y comercial con el Mercosur, para abrirse al mundo y profundizar, por ejemplo, su interacción comercial con los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Costa Rica México, Perú). Su canciller ha expresado que Paraguay no puede limitar sus relaciones exteriores al Mercosur.
El potencial de desarrollo del país es considerable, por sus recursos naturales y su ubicación en el corazón de Sudamérica (se estima que este año crecerá más del 12%). Su desarrollo económico es un requisito fundamental para que el Presidente pueda cumplir su compromiso de emprender una lucha exitosa contra la pobreza. Cartes es un hombre moderno, con capacidad gerencial, con visión y objetivos claros para sacar el Paraguay del subdesarrollo. Es un empresario que cree en las fuerzas del mercado y el libre comercio como motores del desarrollo, sin descuidar el poder regulatorio y guiador del Estado. Bajo su conducción política tiene un gabinete de fuerte tinte profesional con el que pretende llevar a cabo una gestión estatal eficaz (efectiva y eficiente). Pero el país requiere inversiones para expandir su sector agropecuario, industrial y energético y desarrollar su capacidad de exportación más allá del Mercosur. Por ello, el Presidente también se comprometió a combatir la corrupción y garantizar la seguridad jurídica y la vigencia del estado de derecho –imprescindibles para generar la confianza de los inversores–. Paraguay y su Presidente merecen el apoyo de los gobiernos vecinos y el de los Estados Unidos.
Estados Unidos, como líder hemisférico interesado en la democracia, economías de mercado y el libre comercio, debería apoyar expresamente los esfuerzos de este nuevo Paraguay –país que ha sido históricamente un fiel aliado–. No debería abandonarlo a la esfera de influencia del Brasil, supuesto líder de la sub-región, y al que no ha querido ofender. Paraguay es una nación con un profundo sentido de soberanía e independencia y no se someterá a encasillamientos arbitrarios.
Así, el Gobierno estadounidense podría apoyar diplomáticamente la inserción paraguaya en la Alianza del Pacífico y podría alentar el comercio bilateral y la inversión norteamericana en sectores estratégicos como el agropecuario-industrial y el energético renovable. También podría colaborar en la lucha contra el narcotráfico y la perturbadora guerrilla. A tal efecto, ambos países podrían iniciar conversaciones para explorar cómo reactivar el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1859, todavía vigente.