Es lo que hay

Todo estaba bien preparado; las empanadas, los pancitos, sandwichitos, gaseosas, los kits incompletos todos entregados y los ministros bien trajeados, en fila, para iniciar el año escolar con la presencia del presidente de la República Mario Abdo Benítez.

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Pero, he ahí, la directora de la escuela Rosalía Benítez, en una infeliz casualidad, recordó que la institución había sido inaugurada por el dictador Stroessner y “caramba, qué coincidencia!”, estaba siendo reinaugurada por uno de los herederos de la dictadura.

Después Rosalía Benítez trató de aclarar que no quiso ensalzar la figura del dictador, pero la embarró más, pues terminó elogiando las obras encaradas durante la dictadura, eterno discurso de los defensores del stronismo. Así, lo que iba a ser una figureteada de novela, terminó en un bochorno.

Una vez más el fantasma de la dictadura sobrevuela sobre la figura de Mario Abdo, quien aunque a veces trata de desprenderse de ese pasado, tampoco ha hecho muchos méritos para lograrlo.

Es así que 30 años después de la caída de la dictadura descubrimos que la pestilencia del stronismo sigue en el ambiente.

Cuando cayó Stroessner, nos convencieron de que entraríamos en un “proceso de transición hacia la democracia”. Todo ese largo tiempo sirvió solamente para el reacomodo y la mimetización de aquellos que fueron soportes de la dictadura, quienes hasta ahora, –y ahora más que nunca– siguen manejando los hilos del poder.

El problema es que el stronismo nunca se fue, y hoy tenemos en el Palacio a un heredero. Aunque digan que entonces Mario Abdo era un pendejo, cientos de jóvenes de su misma edad, en ese entonces estaban siendo reprimidos por la dictadura. Muchos de los que fueron soportes siguen y están ahora en el gabinete o en el congreso. Zacarías Irún era stronista, Galaverna también y la lista puede ser muy larga.

Estamos acostumbrados a los cambios a medias. El “ya pero todavía no”. Es así que por ejemplo, en Ciudad del Este la reemplazante de Sandra McLeod es Perla de Cabral, quien durante dos periodos fue una de las que avaló todas las barbaridades perpetradas por el Clan Zacarías.

Ahora, nos salen con el cuento de que no hay que sacarle a Enrique Bacchetta, porque su reemplazante es nada más y nada menos que Javier Zacarías Irún. Así las cosas tendremos que seguir conformándonos con aquello de “es lo que hay”. Mientras ellos siguen tranquilos negociando impunidad y eternizándose en el poder.

nelson@abc.com.py

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