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La inmolación del presidente y jefe de las fuerzas paraguayas es una casi inédita muestra de valor de miles de familias, un ejemplo del valor de la palabra, que lamentablemente las nuevas generaciones no logran conservar. Son tantos los casos de promesas falsas, de anuncios rimbombantes que nunca se concretan, que la clase dirigencial de nuestro país va convirtiéndose en un conjunto de estafadores, defraudando a un pueblo que va perdiendo toda esperanza.
Al retornar a los gloriosos años iniciales del Paraguay, recordamos aquella promesa de un joven Francisco Solano López frente al Cabildo de Pilar. “Jamás caerá de mi manos esta insignia sagrada de la patria”. Ante la más terrible circunstancia, y cuando le quedaban solo la muerte como opción para cumplirla, el entonces presidente de los paraguayos no dudó en acatar la palabra empeñada. Rememoramos este acontecimiento histórico, esperando que los candidatos que hoy recorren los caminos de la patria en busca de votos, prometan solo lo que van a cumplir y no defrauden una vez más a un pueblo que tiene tantas necesidades.
Los pobladores del Ñeembucú escucharon, entre otros anuncios, la pavimentación de los caminos que unen a todos sus distritos. Sin dudas, transformar la red vial es el mayor anhelo, porque permitiría dejar atrás los caminos precarios, que se vuelven intransitables con una llovizna, otros pavimentados con piedras de desecho y con puentes de madera podrida, convirtiendo los viajes al interior en verdadera odisea.
Igualmente, se escuchó decir que Pilar y Alberdi contaran con hermosas costaneras sobre el río Paraguay, dejando para el olvido el temor de las inundaciones y generando nuevos atractivos para el turismo. También se prometió que los sitios históricos, en los cuales sacrificaron sus vidas miles de paraguayos defendiendo a la patria, dejarán de ser lugares sucios y olvidados.
Ojalá que los políticos en campaña se pongan a la altura de nuestros héroes y los compromisos sean cumplidos.
clide.martinez@abc.com.py