El papel de Judas en las Escrituras

Cuando niño, de la mano de mi madre, escuchaba los Viernes Santos salir desde el púlpito la voz indignada del sacerdote. Pintaba con los más vivos colores la terrible traición de Judas Iscariote. Sabía arrancar de los fieles, amontonados en la plazoleta de la iglesia bajo un sol inclemente, el enojo más intenso contra uno de los apóstoles que por 30 monedas hizo morir a su maestro en la cruz. Al revés que a los demás, me causaban tristeza las maldiciones que llovían sobre Judas. Las consideraba injustas, no obstante su horrendo crimen. Ya sabía por mi madre que el beso delator estaba escrito en las Escrituras, de obligado cumplimiento.

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Cuando la primera Biblia cayó en mis manos, varias veces leí el Nuevo Testamento referido, especialmente, a la traición de Judas. Con esta información de primera mano se consolidó mi convencimiento de que Judas era una víctima, y no un victimario. Para decirlo bien y pronto, sin Judas no habría Semana Santa. No existiría el cristianismo y todas las profecías del Antiguo Testamento habrían sido una entretenida novela.

Así parece entender el director del Comité Pontifical de Ciencia Histórica, el religioso Walter Brandmuller, que instó a sus colegas del Vaticano a releer la historia de Judas. Cuenta con el respaldo del escritor especializado en temas católicos, Vittorio Messori, cercano al anterior papa, Juan Pablo II, como al actual, Benedicto XVI. Messori cree que la rehabilitación de Judas "resolvería el problema que entraña la aparente falta de caridad por parte de Jesús hacia uno de sus colaboradores".

Varios expertos en el estudio de la Biblia consideran que Judas fue "víctima de un libelo teológico que ayudó a crear al antisemitismo", generando a su alrededor la imagen de un "villano siniestro" dispuesto a la traición a cambio de dinero.

Esta campaña coincide -según publicaciones- con la aparición en estos días de un supuesto evangelio según Judas, que aunque no fue escrito por este sí parece reflejar la creencia extendida entre los primeros cristianos (y que ahora gana terreno en el Vaticano) de que, al facilitar la crucifixión de Cristo, Judas estaba permitiendo que se cumpliera el plan de Dios.

Sin embargo, algunas voces del Vaticano -según las mismas fuentes- han mostrado su inquietud por la rehabilitación de Judas. El teólogo Giovanni D’Ercole afirmó que es "peligroso revisar el papel de Judas y ensuciar la narración de los Evangelios con textos apócrifos. Podría generar confusión entre los creyentes".

Que Judas es una víctima está probado en la misma Biblia. En la última cena, "cuando estaban (los apóstoles) en la mesa comiendo, Jesús les dijo: Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar, uno que comparte mi pan". Después de la famosa pregunta "¿soy yo?" de cada uno de los comensales, Jesús agrega: "El Hijo del Hombre se va, y se cumple lo que dijeron de él las Escrituras...". Y agrega: "¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! Sería mucho mejor para él no haber nacido". ¿Cómo se cumplirían, entonces, las Escrituras?

El otro asunto que no entiendo, en el marco de mi profunda ignorancia, pero piadosa, es el apresamiento de Jesús en Getsemaní. Con su beso mortal Judas hace que los soldados, enviados "por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la Ley y los jefes de los judíos", le prendan a Jesús. ¿Tenían sus enemigos tan malos servicios de inteligencia que no lo conocían? El mismo Jesús se extrañó: "Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo, y no me detuvieron". ¿Por qué no le conocían?

Si nuestra policía quisiese apresar a monseñor Lugo, por ejemplo, ¿corrompería a uno de sus amigos para guiarla hasta él?

Lo dicho: Judas es una víctima. Fue puesto para que se cumplan las Escrituras.

Feliz Domingo de Ramos.


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