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El ejemplo viene al pelo para ilustrar la situación que se está dando con la salida en masa de militares y policías a las calles para infundir temor a los delincuentes y, de paso, procurar la pesca de algún asaltante, homicida o violador perdido que no se haya tomado la precaución de ocultarse durante el lapso en que los uniformados estén rondando la ciudad y alrededores.
Esto va a durar unas pocas semanas y, al final, cansados y frustrados, los militares volverán a sus cuarteles para no hacer nada y los policías -en cuya estructura ni mentalidad se implementaron cambios- se volverán de nuevo insensibles y poco preocupados en cuidar de una ciudadanía que cada día vive con más temor de ser la próxima víctima de delincuentes.
No es que esté equivocada la salida de los militares. Lo que sobra no daña. El drama es que esta medida no es la solución; constituye solo un parche que no significará mayor resultado en el balance final.
La intención de proteger a la ciudadanía y de disminuir el accionar delincuencial debería pasar por otros elementos concretos, tangibles y posibles. Veamos:
a- Modificación del Código Procesal Penal: Los expertos en derecho podrán argumentar todo tipo de ensayos e ideas filosóficas, pero la síntesis y final de la cuestión es que este código protege más al delincuente que a la víctima. La Policía necesita más tiempo para investigar. Se podría comenzar aumentando el lapso que tienen los agentes para poner el caso a disposición de la fiscalía. Seis horas es muy poco tiempo para avanzar lo suficiente cuando el caso en cuestión aún está "caliente".
b- Creación de una ley de protección para policías en operativos: Si bien podría ser un arma de doble filo porque puede derivar en abusos de autoridad, con un rígido control de la justicia y una reglamentación adecuada es factible evitar esa situación. El agente policial realiza inhibido operativos contra el crimen. Al sentirse protegidos por un Código Procesal Penal demasiado benévolo para ellos, al delincuente le basta lanzar un alarido para anular y enviar a la cárcel al policía que lo investiga.
c- "Limpiar la casa": Seguro no son la mayoría pero, ya sea por el escuálido salario o por ignorancia o por falta de formación ética y moral, muchos policías están involucrados en ilícitos y con delincuentes. Se debe operar sin piedad contra estos delincuentes vestidos de policías.
d- Fiscales novatos: Aunque existen excepciones, muchos fiscales toman el cargo a poco de salir de la universidad. Sin siquiera haber ejercido la profesión, son elegidos por padrinazgos políticos para ocupar cargos claves en el Ministerio Público. Luego, al dirigir las pesquisas, evidencian falta de experiencia, tacto y, para colmo, denotan altanería al tratar con policías realmente entrenados para investigar. Esta situación tirante, provocada a veces por fiscales demasiado novatos, también deriva en un combate poco efectivo al crimen.}
e- No cruzarse de brazos: Muchos agentes se desentienden de las pesquisas con demasiada celeridad y deja todo a los fiscales. Es muy común que el agente se cruce de brazos aun cuando exista mucho hilo que desenredar en cada investigación. De una buena vez, policías y fiscales deberían coordinar tareas y dejar las "internas" de lado.
f- Adoctrinamiento: Habría que impulsar un adoctrinamiento adecuado hacia el personal policial. Pasando por la imagen misma de los agentes en las calles (tomando tereré o "afilando" con alguna dama, en lugar de estar vigilante o haciendo patrullas), el policía común en general sigue sin suficiente preparación para proteger a la ciudadanía. El cambio de mentalidad en el policía común, de calle, es fundamental.
Estas y otras medidas -como más logística para la Policía, mejor salario del personal, darles seguro de vida, etc.- constituyen temas de fondo que, de implementarse, sí podría derivar en una mayor eficacia en la lucha contra la delincuencia. Lo demás, incluido el juego del gato y los ratones, es puro cuento.
Esto va a durar unas pocas semanas y, al final, cansados y frustrados, los militares volverán a sus cuarteles para no hacer nada y los policías -en cuya estructura ni mentalidad se implementaron cambios- se volverán de nuevo insensibles y poco preocupados en cuidar de una ciudadanía que cada día vive con más temor de ser la próxima víctima de delincuentes.
No es que esté equivocada la salida de los militares. Lo que sobra no daña. El drama es que esta medida no es la solución; constituye solo un parche que no significará mayor resultado en el balance final.
La intención de proteger a la ciudadanía y de disminuir el accionar delincuencial debería pasar por otros elementos concretos, tangibles y posibles. Veamos:
a- Modificación del Código Procesal Penal: Los expertos en derecho podrán argumentar todo tipo de ensayos e ideas filosóficas, pero la síntesis y final de la cuestión es que este código protege más al delincuente que a la víctima. La Policía necesita más tiempo para investigar. Se podría comenzar aumentando el lapso que tienen los agentes para poner el caso a disposición de la fiscalía. Seis horas es muy poco tiempo para avanzar lo suficiente cuando el caso en cuestión aún está "caliente".
b- Creación de una ley de protección para policías en operativos: Si bien podría ser un arma de doble filo porque puede derivar en abusos de autoridad, con un rígido control de la justicia y una reglamentación adecuada es factible evitar esa situación. El agente policial realiza inhibido operativos contra el crimen. Al sentirse protegidos por un Código Procesal Penal demasiado benévolo para ellos, al delincuente le basta lanzar un alarido para anular y enviar a la cárcel al policía que lo investiga.
c- "Limpiar la casa": Seguro no son la mayoría pero, ya sea por el escuálido salario o por ignorancia o por falta de formación ética y moral, muchos policías están involucrados en ilícitos y con delincuentes. Se debe operar sin piedad contra estos delincuentes vestidos de policías.
d- Fiscales novatos: Aunque existen excepciones, muchos fiscales toman el cargo a poco de salir de la universidad. Sin siquiera haber ejercido la profesión, son elegidos por padrinazgos políticos para ocupar cargos claves en el Ministerio Público. Luego, al dirigir las pesquisas, evidencian falta de experiencia, tacto y, para colmo, denotan altanería al tratar con policías realmente entrenados para investigar. Esta situación tirante, provocada a veces por fiscales demasiado novatos, también deriva en un combate poco efectivo al crimen.}
e- No cruzarse de brazos: Muchos agentes se desentienden de las pesquisas con demasiada celeridad y deja todo a los fiscales. Es muy común que el agente se cruce de brazos aun cuando exista mucho hilo que desenredar en cada investigación. De una buena vez, policías y fiscales deberían coordinar tareas y dejar las "internas" de lado.
f- Adoctrinamiento: Habría que impulsar un adoctrinamiento adecuado hacia el personal policial. Pasando por la imagen misma de los agentes en las calles (tomando tereré o "afilando" con alguna dama, en lugar de estar vigilante o haciendo patrullas), el policía común en general sigue sin suficiente preparación para proteger a la ciudadanía. El cambio de mentalidad en el policía común, de calle, es fundamental.
Estas y otras medidas -como más logística para la Policía, mejor salario del personal, darles seguro de vida, etc.- constituyen temas de fondo que, de implementarse, sí podría derivar en una mayor eficacia en la lucha contra la delincuencia. Lo demás, incluido el juego del gato y los ratones, es puro cuento.