El irlandés y el Paraguay

Cuando apenas contaba con 21 años ya fue elegido como uno de los mejores futbolistas del mundo. Dicharachero, alegre, se divertía de las defensas rivales, ágil, de aspecto larguirucho, todas las gambetas las hacía con suma velocidad y facilidad.

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Con esa edad y en un torneo muy recio y de fútbol muy competitivo convirtió 38 goles en el torneo local, su equipo consiguió consagrarse campeón de la liga y, acto seguido, ganó la Copa de Europa. El joven futbolista fue elegido el mejor jugador de este planeta. Ocurría el año 1968. 

Temido por todos sus rivales y los periodistas de la época le decían el quinto Beatle pero también decían que más semejaba a un Rolling Stone por lo desconcertante, confuso y desordenado que era. Jugaba de extremo y de mediapunta, es decir, oficiaba de delantero y en cualquier parte de la delantera. 

Había nacido el 22 de mayo del año 1946 en Belfast, Irlanda, y ya en el año 1963, con apenas 15 años, se hizo profesional en el Manchester United, entidad inglesa donde jugó 11 años y con la que alcanzó todo tipo de premios y logros. También llevó e hizo pasear su alegre fútbol en clubes de Irlanda, Escocia, EE.UU. y otras entidades de Inglaterra. 

Contaba este atleta que uno de sus grandes infortunios y fracasos fue el no haber integrado nunca el equipo de su país y participar de un mundial de fútbol. Hacía muchos goles en la etapa de clasificación al mundial pero nunca sirvió para que su Irlanda del Norte ocupase un sitio entre las mejores selecciones y jugar una copa del mundo. Comentaba igualmente la inapetencia que le ocurría en seguir corriendo y hacer goles en una cancha de fútbol por lo que decidió retirarse prematuramente de la alta competición cuando apenas contaba con 26 años. 

Alcanzó mucha fama por su capacidad deportiva, por ser uno de los primeros futbolistas en ser un símbolo sexual, convivir con modelos y mujeres hermosas y las visitas que hacía a los pubs para darle al trago. Su vocación alcoholera también se inició cuando joven y siempre salía borracho de todos los locales nocturnos que frecuentaba. 

Su club solo lo multaba porque convertía el castigo en goles y conseguía con la resaca grandes actuaciones. 

Iba a prisión por agredir a policías y conducir alcoholizado. En el 2000 recibió un trasplante de hígado en Londres por la cirrosis que padecía. Lo mismo después fue a prisión por conducir borracho. En octubre del 2005 fue a terapia intensiva y ya no se recuperó de esta recaída y falleció en un hospital de Londres el 25 de noviembre del año 2005. Al final le detectaron una insuficiencia renal. Fue enterrado en las afueras de Belfast y su entierro le siguieron unas 100.000 personas. Era un ídolo: se llamaba George Best. Ganó enorme cantidad de dinero y al preguntársele en qué había gastado toda su plata dijo: “gasté un 90% de mi enorme fortuna en alcohol, fiestas y mujeres. El resto lo gasté en boludeces”.

El Paraguay hace rato que tiene todo lo inverso de George Best. Se dedica a gastar gran parte en las menudencias como los enormes sueldos de los “aipo consejeros” y mediocres funcionarios de las hidroeléctricas; salarios y gratificaciones de los muchos parlamentarios que nada aportan; subsidios y regalías para los campesinos que ni trabajan la tierra y se disfrazan de agricultores; de políticos que apuntalan las invasiones de propiedades; de vulgares educadores; de aduaneros; en rutas y viaductos averiados; de hijos, nueras y yernos de una parlamentaria liberal; caseros; de condecorados al pedo y siguen las firmas. 

En este país falta el buen fútbol de George Best pero sobran las boludeces...

caio.scavone@abc.com.py

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