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Pero ¿quién tiene el poder en la UNA? A hoy los estudiantes. ¿Y los demás poderes de la UNA? Muchos creen que la UNA es una democracia, pero es una poliarquía (el gobierno de muchos). Según Mark Curtis: “Un sistema en el que un pequeño grupo gobierna y la participación de las masas se limita a elegir dirigentes en elecciones dominadas por las élites que compiten”. Esto es lo que ocurría ritualmente, en casi todas sus facultades, los representantes docentes, estudiantiles y no docentes eran designados por sus decanos. La UNA tampoco es una universidad articulada, sino una confederación de facultades, siendo su rector una figura protocolar, residiendo el poder factico, en sus decanos (http://goo.gl/E8OE9T).
Por otro lado y se lo recordamos al Interventor del Cones, en la UNA debe primar el cogobierno universitario. Es decir, sus tres estamentos: docentes, estudiantes y egresados no docentes supuestamente la gobiernan. Este es el sistema colegial de gobierno universitario, cuyos antecedentes se remontan a 2 universidades del medievo, la Universidad de París (gobernada por sus docentes) en contraposición al sistema de la Universidad de Boloña (gobernada por sus estudiantes), imponiéndose el primero hasta la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918, en donde se inicia el activismo estudiantil para buscar e imponer el cogobierno universitario.
Entonces en estos años, lo que prevaleció en la UNA ha sido el exceso de poder de sus decanos, en desmedro de la legalidad, la integridad, la meritocracia, la crítica, la transparencia, la tolerancia, la innovación y el cambio. Excesos de poder como estos hasta producen revoluciones. La tarea clave a definir es como limitar y compartir el poder de la decanocracia en la UNA.
Seamos inteligentes y usemos estos acontecimientos para repensar qué sistema de gobierno universitario queremos para la UNA. Hagamos los cambios necesarios, para que la UNA sea más íntegra, transparente, meritocrática, inclusiva, articulada y crítica. Pero también necesitamos una universidad solidaria, internacionalizada, tolerante, competitiva, innovadora, emprendedora y servidora de la patria paraguaya.
Finalmente, hay que luchar para que la institucionalidad en la UNA sea reencauzada porque si no Naím y los filósofos del poder tienen la respuesta cuando el poder esta degradado, descompuesto y disperso: reinan el caos y la anarquía. En una poliarquía como la UNA, en la que todos tienen el poder suficiente para impedir las iniciativas de los demás, pero en el que nadie tiene poder para imponer una línea de actuación, es un mundo en donde las decisiones no se toman, se toman demasiado tarde o se diluyen hasta resultar ineficaces (Naím). No deseo este escenario para mi ALMA MATER.
* Encargado de Cátedra en las facultades de Ciencias Económicas y Politécnica de la UNA.