El crimen de Rosita no debe quedar impune

El ultraje y muerte de la niña Rosita Salvatierra en una zona rural del distrito de Ñumí (Guairá) es otra muestra más de la creciente inseguridad que agobia a los guaireños. El violento desenlace del rapto de la menor de tan solo cuatro años causó además honda indignación en todo el país.

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Los investigadores policiales, a pesar del esfuerzo desplegado en la zona, han recolectado pocos datos hasta ahora.

Como consecuencia del crimen, los pobladores de Ñumí y otros distritos vecinos están atemorizados, en razón de que el criminal ni siquiera está identificado y anda suelto. Por tanto, existe la posibilidad de que caigan otras víctimas inocentes. Si la sombra de la impunidad cubre este horrendo crimen, el depravado sexual será tentado a cometer otras vejaciones contra las niñas.

Ahí estriba la necesidad de que el caso sea aclarado. Pero los investigadores deben obrar con cautela y con rigor profesional cuando recolectan las evidencias a fin de evitar excesos en perjuicio de personas inocentes. Ahora el clima es propicio para la caza de brujas pues la indignación popular es una fuerza en expansión que apremia a la Policía y a la Fiscalía para que identifiquen y atrapen al criminal.

Entendemos que la tarea investigativa no es fácil, porque el autor del crimen dejó pocas huellas. El resultado del análisis laboratorial del material seminal y manchas de sangre será crucial para avanzar en la investigación. Aún no sabemos si los materiales recolectados tendrán valor probatorio para enjuiciar al sospechoso.

A pesar de la tragedia, el momento es propicio para que los educadores y otros actores sociales profundicen la tarea educativa sobre los temas sociales y culturales (como el caso del mítico Jasy Jatere como supuesto autor del rapto de la niña).

El pueblo ñumiense dio un admirable ejemplo de solidaridad y humildad a la hora de buscar "viva o muerta" a la inocente criatura.
El calvario que soportó Rosita en manos de su captor debe servirnos para reflexionar sobre nuestra realidad y sobre todo mantener esa unidad de acción para vencer al mal.
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