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Según Deaton, de 69 años, el profesor escocés-estadounidense de la Universidad de Princeton que ganó el premio por sus estudios sobre la medición de la pobreza, América Latina tiene uno de los peores sistemas de estadísticas de pobreza del mundo.
Los países latinoamericanos deberían invertir más dinero en mejorar sus sistemas estadísticos y adoptar las mejores prácticas del mundo para medir la pobreza, porque para diseñar buenas políticas públicas hace falta tener una buena fotografía de la realidad, me señaló.
“Uno de los problemas de América Latina es que la mayoría de las encuestas le preguntan a la gente sobre sus ingresos, en lugar de preguntarle sobre su consumo, o cuánto gastan”, dijo Deaton.
El premio Nobel admitió que no es un experto en América Latina, y no sabe si este error técnico está dando lugar a una sobreestimación o subestimación de la pobreza en la región. Pero otros expertos me dicen que lo más probable es que las poco fiables estadísticas de pobreza en América Latina exageren el número de pobres.
Según las últimas estimaciones del Banco Mundial, la pobreza en la región se redujo de 41,4 por ciento de la población al 25,3 por ciento en la última década, lo que ha ayudado a sacar a 70 millones de personas de la pobreza.
Pero debido a que las encuestas de pobreza en muchos países latinoamericanos le preguntan a la gente sobre sus ingresos, en lugar de sobre sus gastos, las estadísticas resultantes no toman en cuenta la educación universitaria gratuita, los servicios de salud gratuitos, los subsidios al transporte y la electricidad, y las ayudas en efectivo del gobierno. Si se tomaran en cuenta estos factores, las cifras de pobreza serían más bajas, dicen muchos economistas.
Al preguntársele sobre la economía de Estados Unidos, Deaton me dijo que le preocupa la falta de acuerdos entre demócratas y republicanos en el Congreso, que está paralizando la economía.
“Es muy difícil hacer algo en Washington, DC”, me dijo. “Tal vez el ejemplo más claro es que tenemos un enorme deterioro en la infraestructura del país. El gobierno de Estados Unidos podría prestarse dinero a una tasa de interés del 0 por ciento para reconstruir carreteras y puentes. Sería un regalo, pero el proceso político no nos permite hacer eso”.
Con relación al discurso socialista de Venezuela, Cuba y otros países, Deaton dijo: “No creo que los venezolanos estén en lo correcto. La trayectoria del socialismo en reducir la pobreza ha sido una catástrofe. La trayectoria del capitalismo ha sido sin duda mucho mejor”.
“Sin embargo, el capitalismo necesita ser domado”, añadió. “No se puede permitir que opere salvajemente. Los Estados tienen que establecer mecanismos para ayudar a los más necesitados”.
Mi opinión: Deaton acierta al decir que América Latina debería urgentemente invertir en mejorar sus estadísticas de pobreza. Muchos países –Argentina y Venezuela son los ejemplos más notables– están derrochando fortunas en subsidiar a mucha gente que no son pobres, y que están drenando los recursos del Estado.
Hace un siglo, cuando no había computadoras, tenía sentido para los países latinoamericanos dar subsidios para la electricidad o educación superior a toda la población, porque el Estado no podía saber quiénes eran ricos y quiénes no.
Pero hoy, con los actuales sistemas de recolección de datos, los países pueden focalizar sus subsidios y asegurarse de que una persona que vive en una mansión no reciba subsidios para la electricidad.
Deaton nos llama la atención sobre un tema del que hablamos muy poco: los países deben mejorar sus estadísticas, para poder tener un mejor diagnóstico sobre el cual resolver sus problemas de pobreza.