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El caos sobreviene como consecuencia lógica de la sucesión de actos equívocos que solo revelan, por un lado, la improvisación en los temas centrales en la gestión del Gobierno y, por otro, una falta de trasparencia en el proyecto de poder. Lo que ha generado desde un principio la desconfianza en la principal base político-partidaria del Gobierno y posteriormente en la ciudadanía, que nunca vio plasmado en hechos signos claros de la trasformación prometida.
Analicemos algunos hechos objetivos que pueden llevarnos a concluir que es el propio Gobierno quien conspira contra si mismo.
1- UN PRIMER ERROR ESTRATÉGICO es la falta de vinculación del plan que maneja el Gobierno con las necesidades ciudadanas. Horacio Cartes recorrió el país durante su campaña en unas jornadas donde prometía recoger el sentir y las necesidades ciudadanas. Ese acto se diluyó, se dejó de considerar como punto de referencia de la realidad y de la comunicación. Esa es la base para destruir en corto plazo cualquier imagen positiva, está en el abc de la comunicación y es un error inconcebible. Si se quiere hacer bien las cosas es necesario construir una VISIÓN COMPARTIDA CON LA SOCIEDAD SOBRE EL PLAN DE GOBIERNO.
2- UN DISCURSO INSOSTENIBLE DE MORALIDAD Y TRASPARENCIA. Cuando el discurso no se corresponde con los actos y los gestos de quien dirige una nación, la sociedad lo percibe y con ello se pierde legitimidad y credibilidad. Ambas cosas son básicas para conservar el apoyo ciudadano. No se puede hablar de integridad moral y mantener en el entorno a personas sospechadas de tener vínculos con hechos ilícitos o ligados al crimen organizado y el narcotráfico.
3- LA COMUNICACIÓN DEFICIENTE O INEXISTENTE. El presidente en lugar de enseñar con claridad al país el rumbo de su gobierno, lo que hace es coleccionar metidas de pata, que sumadas terminan por desdibujarlo completamente. No existe una política de comunicación porque no se tiene claro qué es lo que se va a comunicar y esto tiene que ver con el punto siguiente:
4- LA RESULTADOS INEXISTENTES. A casi dos años de gestión la ausencia de resultados RELEVANTES es una mala señal porque da cuenta de la intrascendencia del plan. Que además ni es articulado ni progresivo. La salud sigue sin despegar, la educación menos, la seguridad tampoco. A dos años ya deberían percibirse las señales claras si en realidad hay iniciativas importantes que caractericen un nuevo rumbo verdadero.
5- LA VISIBLE INCAPACIDAD DE MEDIR LAS COSAS QUE HACE EL GOBIERNO CON LA MAGNITUD DEL DESAFÍO. Es un problema de visión a escala y de visión política y técnica que no se resuelven con autoritarismo, bravuconadas y descalificaciones a las voces disidentes. Escuchar es un hábito saludable para la democracia.
6- IMPONER UN DIÁLOGO DE SORDOS. Los ciudadanos seguirán reclamando que haya remedio en los hospitales, seguridad en las calles, mejor educación en las escuelas, disminución de la pobreza etc. Y si el gobierno insiste en sus estadísticas, que pueden ser engañosas, la espiral solo va provocar un aumento de la tensión social. EL NUEVO RUMBO TIENE QUE VERSE Y SENTIRSE. ASÍ DE SIMPLE.
7- LAS ELECCIONES INTERNAS DE UN PARTIDO, por más que sean del partido de gobierno, no deben contaminar nunca la visión de Estado y las prioridades nacionales. Lo que se espera en una coyuntura como esta es que el presidente se dedique a ser MÁS PRESIDENTE QUE NUNCA, y nunca un jefe de campaña.
Curiosa es la conducta autodestructiva de prescindir de una parte del partido y lo que es peor, enfrentarse públicamente de manera virulenta.
Es como amputarse una pierna, el resultado ineludible es terminar rengueando. ¿O será que ya se padece del síndrome del pato cojo?
(*) Educadora y periodista