El abuso de poder en la política y en la educación

¿Tienen algo que ver los abusos de poder en la política con los abusos de poder en la educación? Podría decirse que los abusos de poder político, que los paraguayos venimos padeciendo durante muchas décadas, han dado ejemplo pertinaz de modos espurios de ejercer la autoridad, y que ese mal ejemplo ha sido torpemente copiado por los responsables de la educación, sean padres, madres o maestros, maestras, profesoras y profesores.

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El autoritarismo de los padres es más frecuente que el de las madres y revela la deficiencia de pedagogía familiar actualizada. Algunos piensan que deben hacer con sus hijos lo que sus padres hicieron con ellos, sin tener en cuenta que la sicología, el contexto cultural, las relaciones y contactos, la información y comunicación de los niños, adolescentes y jóvenes actuales nada tienen que ver con lo que ellos vivieron de pequeños. Otros creen que la mejor manera de conseguir algún comportamiento de sus hijos es mediante amenazas o imposición e ignoran cómo persuadir, motivar, convencer y conquistar afectivamente la voluntad libre y la adhesión gozosa mediante propuestas significativas inteligentemente planteadas.

Las últimas investigaciones sobre las relaciones entre maestros, maestras, profesoras y profesores con sus respectivos alumnos y alumnas en nuestro país coinciden todas en confirmar que son relaciones de autoritarismo. Confunden ejercicio educativo de la autoridad con imposición de las normas, frecuentemente arbitrarias, que desde su posición privilegiada exigen.

Esta interpretación de la existencia de tanto autoritarismo lo atribuye a los modelos políticos, con experiencia ininterrumpida de tantas dictaduras explícitas y larvadas, que contaminan el comportamiento de los demás tipos de autoridad y de ejercicio del poder.
Pero cabe también interpretar el hecho de tanto autoritarismo y abuso de poder atribuyendo su causa a la educación más que a la política. El proceso sería inverso: los educadores, sean padres o profesionales de la educación, con su modo de ejercer el poder están engendrando personalidades autoritarias, que cuando llegan a tener oportunidad de instalarse en algún poder, sea cual fuere este y su escenario, lo ejercen desde el autoritarismo.

Es necesario que los científicos de la educación investiguen cómo se ejerce el poder y cómo se educa para el poder en las instituciones educativas de todos los niveles. Aunque a simple vista no lo parezca, los juegos y luchas de poder en los hogares e instituciones educativas están constantemente presentes y condimentados con vivas pasiones. La familia y la institución educativa sobre todo son microsociedades en las que de alguna manera se reproduce un modelo de sociedad que ojalá entrenara y apuntara al modelo de sociedad total e ideal que anhelamos tener. En esas microsociedades, pueden reproducirse tanto dictaduras como democracias; la realización de unas u otras dependerá de sus miembros, de las relaciones entre ellos y de los modos de ejercer la autoridad y el poder.

En las instituciones educativas, son diversas las interacciones que emergen como relaciones de poder, entre profesores y alumnos. Por ejemplo, el poder legítimo basado en la naturaleza de la institución (escuela, colegio, instituto terciario, instituto superior o universidad) y en la convicción que tienen los alumnos de que el profesor tiene derecho a prescribirles comportamientos; el poder de coerción que puede hacerse en formas violentas o en formas sutiles; el poder de recompensa; el poder de los conocimientos, su selección, organización y métodos de acceso y profundización; el poder de evaluación, sanción, inclusión y exclusión de los alumnos, etc.
Pretender éxito en la educación democrática solamente con el estudio de las ciencias sociales y en ellas de la educación ética y cívica como una de sus disciplinas, en un clima institucional no democrático y en unas relaciones entre profesores y alumnos planteadas y dinamizadas desde el abuso de poder, es contradictorio e inútil. No sé quién engendra en quién la cultura de los abusos de poder, si los políticos en la educación o los educadores en la política. Tal vez sea recíproca y acumulativa la realimentación. Pero es evidente que, si queremos llegar realmente a la democracia, tendremos que revisar nuestros modos de educar y de ejercer el poder.
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