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La política manejada como la mafia, el asqueroso robo y repartija de dinero a manos llenas por dirigentes y operadores, demuestra que en vez de los ejes transversales en educación, se instaló la corruptela con todas sus mañas y matices.
Para entender bien, los ejes transversales de la educación en valores son: familia y desarrollo personal; educación ambiental y desarrollo sostenible; y educación democrática. Estos contenidos se pueden enseñar en cualquiera de las disciplinas y áreas. Es más, dentro de los objetivos trazados hay que incluir la educación familiar, el ambiente, valores y democracia.
Sin embargo, hay poco interés en aprender el rol de la familia; en concienciar sobre la defensa del ambiente y promover los valores. Los padres mucho menos se involucran en los ejes transversales por desconocimiento o comodidad, porque la sociedad vive en un ambiente permisivo y libertino.
Los valores pueden ser personales, familiares, sociales, locales, nacionales, patrióticos y universales. Ahora surge una interrogante: ¿se pone en práctica el valor de la honestidad y de la verdad?
Más bien la mentira, el robo, las maniobras y los atropellos a la dignidad de las personas salen a la luz pública a diario.
La corrupción se extendió como un eje transversal y atravesó todos los tejidos. En la actualidad, salvo excepciones, es difícil encontrar uno sano, honesto, responsable, íntegro en quien confiar.
Nuestro país se encuentra sometido por forajidos, vendepatrias, aprovechadores, mal intencionados y desvergonzados.
Las instituciones estatales se manejan en medio de chismeríos y corrillos de politiqueros que denigran a la persona. La corrupción y la impunidad se convirtieron en ejes transversales.
rmontiel@abc.com.py