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En el famoso tema de la “lucha contra la pobreza” lo que observamos es que la tan mentada “lucha” se circunscribe a combatir la pobreza de funcionarios y cuantos acceden a algún cargo público, mientras el ciudadano de a pie continúa relegado y se le va la vida en la eterna espera de mejores días.
En las dos últimas décadas hemos podido observar cientos de “lanzamientos” de “programas”, “proyectos”, etc. con toda la parafernalia propagandística, y se han destinado miles de millones de dólares para “combatir la pobreza”, “mejorar las condiciones de vida” de los sectores campesinos y urbanos más vulnerables. Pero en la práctica no se ven los mejorías, salvo el de las condiciones de vida de los funcionarios encargados de desarrollarlos.
Se crean burbujas donde se destinan recursos que terminan en sueldos, viáticos y las más de las veces en el desvío de los fondos a proyectos particulares de los funcionarios.
Un productor de hortalizas del distrito de Edelira, distante unos 100 km de Encarnación, definió en pocas palabras la contradicción existente entre lo que se dice y se hace, y acaso explica por qué sigue aumentando la brecha entre los cada vez más pobres y los cada vez más pocos ricos.
El Gobierno habla de combatir el contrabando de tomates, papa, cebollas, pero no hace nada por promover a los sectores que pueden producir precisamente esos bienes. Si busca combatir la pobreza, debería impulsar el trabajo y la producción en esos sectores más pobres, pero esto no ocurre, pues los planes están nuevamente para los ricos, dice, y ejemplifica: si quiero plantar soja, tengo créditos para semillas, insumos, compra de maquinaria; pero, si quiero cultivar hortalizas, no encuentro ni un solo guaraní de crédito, ni semillas y mucho menos asistencia técnica. Es para pensarlo.
jaroa@abc.com.py