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La Iglesia entiende el bien común como “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección”. El bien común afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aun por la de aquellos que ejercen la autoridad (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1906).
Para lograr el bien común y, por consiguiente, una vida más digna y plena para todos los que habitan el suelo patrio, es necesario ver al otro no como a un enemigo o adversario al que debo combatir o eliminar, sino como a un semejante con el que debo convivir, en relación armoniosa, a pesar de las diferencias de condición social, política, ideológica o religiosa.
Quisiera ilustrar lo anterior con un ejemplo concreto de una iniciativa que hemos impulsado en el departamento de San Pedro, uno de los más pobres del país a pesar de su inmenso potencial en la calidad de su gente, de sus tierras, de sus recursos hídricos, entre otros.
Se trata de la Coordinadora Multisectorial Sampedrana, una instancia de articulación de los diversos actores y sectores sociales, políticos, económicos, culturales e institucionales del departamento de San Pedro que logró instaurar el diálogo y la concertación para llegar a consensos básicos y poder encarar proyectos de desarrollo para la comunidad y disminuir la conflictividad social.
El proceso no fue fácil. Requirió de una tarea de acercamiento, conocimiento mutuo, respeto de las diferencias y comprensión de que la paz social es fruto de la solidaridad, del diálogo, de la concertación para el logro del bien común. Así, campesinos, indígenas y ganaderos, liberales y colorados, policía nacional, fiscalía, jueces, diputados y senadores, gobernador e intendentes, periodistas, medios de comunicación y representantes de todas las instituciones públicas y privadas del departamento crearon este espacio de diálogo y concertación que ha logrado impulsar diversos proyectos tendientes al desarrollo humano.
La experiencia vivida a partir de la conformación y acción de la Coordinadora Multisectorial Sampedrana nos confirma en la convicción de que es posible el diálogo y la concertación de la pluralidad de actores y sectores que conforman la sociedad paraguaya, con el objetivo de consensuar una agenda de prioridades para superar los graves y crónicos problemas de inequidad que mantienen en la pobreza y en la miseria a cientos de miles de compatriotas, a pesar de los importantes logros en los indicadores económicos del país.
Exponemos esta experiencia porque la consideramos plenamente válida como estrategia para el logro del bien común en este momento particular de la vida nacional en que se inicia un nuevo periodo de gobierno, para no defraudar las expectativas ciudadanas.
Para avanzar, en este sentido, es importante favorecer la presencia más protagónica de la sociedad civil, fortalecer la democracia participativa y crear mayores espacios de participación política, tal como lo indica el documento de Aparecida. Es necesario empoderar a los diversos actores sociales para generar los cambios importantes para el logro de políticas públicas más justas, que reviertan la situación de exclusión en que vive un amplio sector de la población (Cfr. DA, 75).
Pablo VI afirmaba que el “desarrollo es el nuevo nombre de la paz” en su Carta Encíclica “Populorum Progresio”. Si no prima la búsqueda del bien común para el logro del desarrollo humano, a partir de la acción concertada de todos los sectores que conforman la sociedad paraguaya, la conflictividad social, el crimen, la inseguridad y todo tipo de violencia harán inviable la vida social en paz.
La construcción del bien común también deberá comprometer a las autoridades a trabajar para articular una mejor organización de los poderes del Estado que, con visiones y objetivos concertados, salvaguardando su autonomía e independencia, puedan coordinar acciones para el ordenamiento jurídico, la salvaguarda del ambiente, la seguridad ciudadana, la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del ser humano: alimentación, tierra, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud y la libre circulación de las informaciones.
Concluimos con la enseñanza del Catecismo Católico: “el bien común exige el bienestar social y el desarrollo del grupo mismo. El desarrollo es el resumen de todos los deberes sociales. Ciertamente corresponde a la autoridad decidir, en nombre del bien común, entre los diversos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana.
(*) Obispo de las FF.AA. y de la Policía Nacional