Del Estado unitario al federalismo

La organización política del país se fundamenta en el Estado unitario, según lo establece el artículo 1º de la Constitución Nacional. La nota dominante del unitarismo es el centralismo estatal, una forma de administrar el gobierno mediante decisiones desde un núcleo central.

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El centralismo estatal no es una novedad de la modernidad. Su origen se remonta en el tiempo. Desde antaño se consideró que el Estado unitario era el mejor modo de mantener a la sociedad bajo la exclusiva guarda de los gobernantes de turno, así como también se lo concibió como un método para impedir que otras zonas geográficas cuenten con la suficiente autonomía con emergentes liderazgos regionales. 

Los rasgos de este centralismo estatal se trasladan a los territorios bajo el dominio de la corona española y permanece luego de la etapa de la independencia en América, situación que los libertadores y próceres no modificaron. La dictadura impuesta por el Dr. Francia en Paraguay apenas lograda su independencia (1811) siguió con el modelo unitario centralista que procedía de la madre patria, siendo necesario para su mantenimiento una férrea burocracia, el control del comercio y de monopolios. 

A diferencia de lo que sucedió en esta parte del sur del continente, que continúo aplicando el centralismo estatal que originó gobiernos de amplios poderes políticos y con controles sobre la economía, en Norteamérica (EE.UU.) ocurrió lo contrario. El federalismo desde la Constitución de Filadelfia en el año 1787 garantizó la genuina descentralización. Como pocas veces en la historia de la civilización, el imperio de la ley, la libertad y la propiedad privada edificaron en aquel país del norte una poderosa nación abierta al mundo. 

El centralismo estatal de la antigua colonia se perpetuó en la historia del Paraguay y la actual Constitución de 1992 no lo modificó. Por el contrario, le dio un ropaje democrático, motivo por el cual se esconde del análisis metodológico y de las políticas públicas. Los largos brazos del centralismo estatal aprisionan a la sociedad en su conjunto, repercutiendo sobre la administración de justicia y la misma educación. 

De ahí que cuando se habla de la corrupción así como de las debilidades institucionales como causantes de la pobreza y el desempleo, resulta necesario tomar en cuenta la variable del Estado unitario. En realidad, la corrupción se ha vuelto sistémica en nuestro país y es consecuencia del diseño institucional político y económico para que los gobernantes, tanto los electos como los administrativos, tengan mejores oportunidades de alzarse con inmensos dividendos de dinero que del sector gubernamental emerge. 

Paraguay padece de un ineficiente y costoso Estado unitario. Modificar esta tendencia que afecta el futuro de la nueva generación de jóvenes del país requerirá descentralizar al Estado para volverlo federal.

(*) Decano de Currículum UniNorte. Miembro Inst. Patria Soñada. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo.”

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