Del espanto al horror

El miedo paraliza e impide pensar. Lo desconocido, la muerte, la empatía con quienes sufren –más aún si son débiles y desprotegidos– nos convierten en animales primitivos y temerosos ante lo que no conocemos.

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En 2013 el Gobierno colombiano le puso cifras al horror de las guerrillas, los paramilitares y el narcotráfico: 220.000 asesinados y 25.000 desaparecidos entre 1958 y 2012. Si solamente se toma desde 1981 hasta 2012 la cifra llega a 16.340 “asesinatos selectivos” según el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Selectivos, gente que se “seleccionó” para ser asesinada. De estos casi 17.000 asesinatos “seleccionados”, cerca del 39%, los hicieron paramilitares; el 27,7% los cometieron grupos armados no identificados; las guerrillas causaron el 16,8%, la fuerza pública, el 10,1%; desconocidos, el 6,5%; y la alianza entre la ultraderecha armada y los cuerpos de seguridad del Estado, el 0,4%.

Es decir, los grupos paramilitares colombianos –que surgieron para combatir a los guerrilleros– mataron más personas que las guerrillas. Y lo hacían en nombre de la justicia, de la venganza por sangre derramada de sus familias, amigos, conocidos o simplemente por encargo. Nadie estaba a salvo: había zonas liberadas, ciudades, pueblos y barrios con sus propios amos donde se enseñoreaban grupos de narcotraficantes que disputaban el territorio y las matanzas.

Rumores dicen que al menos un grupo idéntico a estos habría nacido en el Norte de nuestro país para combatir al EPP. Y algunos en las redes sociales saludan con vítores su aparición sin darse cuenta de que estamos sentenciándonos a una muerte que decidirán estos “justicieros” en un brevísimo juicio. Inocentes o no, parientes o no de los delincuentes del EPP, “un hecho más y ocurrirá algo más grave” anunciaron sus portavoces. Circula captura de imagen de Facebook, pero el gobernador de San Pedro ya habla hasta de audio.

Y, aprovechándose del miedo y la confusión, surge la senadora Gusinky, a sueldo del Estado y desde el Parlamento, con más propuestas. Lo irónico es que la última tilinguería lo dice una madre que llegó al poder usando como bandera el combate a la violencia que secuestró y mató a su hija. Cecilia fue asesinada de la forma más cruel que pueda existir... y la madre de Cecilia pide ahora bombas, no importa que tengan que “matar células vírgenes, buenas”. Habrase visto mayor deschavetamiento con rango legislativo que este y, peor, desde la experiencia de padecer el asesinato de su propia hija. ¿Cuántas Cecilias morirían con sus bombas y con esta “brillante” idea no atribuible ni al tinte ni a los ruleros?

La senadora pide que demos más carta blanca a Cartes. Horacio Cartes, como ningún otro Presidente, ha tenido carta blanca y de todos los colores: entre otras cosas, tiene facultades para sacar a la calle militares sin declaración de estado de excepción, y es quien más fondos a disposición ha tenido.

Estamos tan ciegos que no vemos que el EPP no solo nos dice cómo vivir... ahora también nos marca la pauta de cómo y a manos de quiénes vamos a morir... Que la razón nos ampare.

mabel@abc.com.py

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