Deberíamos vivir mejor

Los resultados de la encuesta continua de empleo de Asunción y Central urbano presentado por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) al parecer no sorprendieron a los personajes del Gobierno. Si no fuera así hubiesen levantado de inmediato la propaganda ilegal que realiza a través de sus medios y medios amigos sobre las “bondades comparativas” en cuanto a logros de este Gobierno con respecto a los anteriores. 

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Dice la propaganda que este Gobierno gana por goleada a los anteriores en materia de inversión extranjera, combate a la pobreza, empleo, inclusive en seguridad ciudadana, pero la encuesta de su propia DGEEC habla de un aumento de la desocupación en Asunción y el Departamento Central, donde sabemos viven alrededor de 2.300.000 personas, es decir más de un tercio de la población total del país. 

Los datos de la DGEEC no dejan de ser interesantes por el hecho de no abarcar la totalidad de la geografía nacional, sobre todo si se tiene en cuenta que representa a cerca del 40% de la población económicamente activa (PEA) de todo el país y un poco más del 60% de la PEA urbana. En otras palabras, es suficientemente representativa. 

Estas encuestas se realizan periódicamente, como debe ser, y siempre que se las hace se alega que son con el objeto de que “sirvan para el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas tendientes a mejorar las condiciones de empleo y por ende, las condiciones de vida de la población”. 

Supongo que en alguna parte de los documentos que preceden a la toma de nuevas deudas a través de bonos soberanos se apelará al mismo argumento: el de contraer préstamos para mejorar las condiciones de vida de la población, aunque ijyképe (de costado) se destine un buen porcentaje para pagar las cuotas de deudas anteriores que el país no está en condiciones de afrontar con sus propios recursos. 

O sea que no podemos avanzar, progresar, crecer o desarrollarnos con lo que los paraguayos y extranjeros habitantes de este país aportamos al fisco; por tanto debemos necesariamente endeudarnos para mejorar nuestras condiciones de vida, para lo cual el Estado diseña e implementa políticas públicas, según cuyos criterios y lineamientos se canalizan los recursos. 

Una de esas políticas está hoy con serios problemas, la de mejorar las condiciones de empleo, que en términos sencillos significa invertir para que haya más empleo, ya que en un ambiente de pobreza y difícil acceso al empleo sería difícil entender que la prioridad no fuera crear más ocupación, sea o no empleo fijo. La estrategia de este al igual que la de gobiernos anteriores es invertir en infraestructura para forzar el acceso de más gente al empleo de manera que mayor infraestructura y mayor ingreso sean sinónimos de mejor calidad de vida. 

Pero vamos camino a cumplir cuatro años del actual Gobierno con una duplicación de la deuda externa, ¿para qué? para “mejorar las condiciones de vida” y resulta que creció la economía todos los años, pero no disminuyeron ni pobreza ni la desocupación, tampoco la subocupación. Y nadie nos explica qué otra forma prioritaria de mejorar la calidad de vida existe que no sea salir de la pobreza y vivir del esfuerzo propio, con lo que uno gana. 

En consecuencia, es inevitable llegar a la conclusión de que el masivo endeudamiento del país está sirviendo hasta ahora solamente para hacer crecer el bienestar de quienes ya estaban disfrutando del bienestar económico antes de la duplicación de la deuda. 

Tal vez los propagandistas del Gobierno puedan explicarnos mejor ¿por qué todo ese caudal de dinero no pudo incidir en mejorar las condiciones de vida de quienes necesita verdaderamente mejorar?

ebritez@abc.com.py

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