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Esta vez el corto periplo sudamericano no tuvo el desenlace del año anterior, ya que a diferencia de Repetto, Garnero fue contratado por convicción y nadie se atrevió a preguntar si la eliminación en Colombia condicionaría su presencia en la banca franjeada.
A sabiendas de que Cerro y Libertad apuntarían sus cañones a la Copa, con un Guaraní totalmente desmembrado, Nacional fue el único equipo capaz de hacerle sombra al Decano, en esa primera rueda sensacional, a fuerza de triunfos y goles, en la que el nivel de Alfredo Aguilar, Richard Sánchez y Néstor Camacho fue superlativo.
Fue tal el impacto de lo hecho hasta allí, que las especulaciones se tornaron alrededor de cuándo se consagraría campeón el franjeado.
Más cuando la Academia descabalgó rápidamente, dejando el camino libre para buscar el título, aun cuando la propuesta futbolística había decrecido al promediar la segunda rueda, con aquel empate frente a Guaraní en el Este o el superclásico perdido sin atenuantes.
Claro que entre esos dos partidos hubo un mojón importante, como el triunfo frente a Santaní, con base en una gran reacción en la complementaria, instalando la certeza de que nadie les quitaría el campeonato a los franjeados.
Ni Cerro pudo ser una real amenaza, con un alto nivel colectivo en la ronda final, pero siempre a una distancia considerable, el equipo de Zubeldía generó alguna duda con aquel cabezazo de Escobar en la recta final del clásico, pero una semana después los franjeados volvieron a instalarse en las orillas de la gloria, tras aquel agónico triunfo frente al 3 de Febrero.
De principio a fin, con momentos brillantes de fútbol y siempre respetando un libreto a la hora de buscar el arco de enfrente.
Camacho ratificó que a esta altura, de una carrera ya desarrollada, se convirtió en un terrible goleador.
El retorno triunfal de Roque terminó de ensamblar a un equipo al que el gol le sale fácil, contando con un impensado anotador como Mendieta, que supo brindar actos de magia en varias tardes y noches de la victoriosa campaña.
Richard Sánchez fue exuberante en el tramo inicial, y Alfredo Aguilar se puso alas en varios partidos, sofocando así la línea más débil del campeón, haciendo alusión a la defensa.
Los colombianos Díaz y Otálvaro respondieron a la exigencia de ser laterales de equipo grande, sus proyecciones y buenos centros ayudaron a resolver momentos incómodos.
Un plantel maduro, una dirigencia madura, y un objetivo trazado en una noche frustrante y dolorosa, en aquel caluroso vestuario del Metropolitano de Barranquilla, cuando en medio de la bronca por la eliminación el juramento fue ganar como sea el Apertura, y lo han logrado con las mejores armas, de principio a fin.
federico.arias@abc.com.py