Cargando...
La construcción es tan imponente que se puede ver con claridad en cualquiera de las imágenes satelitales gratuitas que abundan en internet.
Los pobladores del lugar me comentaron que habían hecho varias denuncias y en tres oportunidades las autoridades correspondientes acudieron (me dijeron “fiscales”, pero como no pudieron precisar si eran fiscales del Ministerio Público, administrativos de la Seam, gobernación o empleados municipales, dejo en el limbo, aunque se podrá averiguar).
Las denuncias, que aparentemente iban bien encaminadas, terminaban siempre en “agua de borrajas”.
Esta realidad que no es ajena para cualquier habitante de este país es el motivo principal para que a esta altura, con certeza, pueda arriesgar que al lago lo único que nos resta es rezarle un oficio póstumo e ir con la fiesta a otra parte.
Paraguay tiene desde siempre las fuerzas que se ven y las que no se ven.
Los vecinos del lago se podrán reunir mil veces, los funcionarios llevar adelante planes y proyectos, las agencias internacionales proveer dinero y expertos, pero no importan los esfuerzos de los bien intencionados, las fuerzas “underground”, o sea por debajo de la superficie, van a seguir operando.
Siempre habrá intocables, siempre habrá privilegiados, a veces hasta por causas risibles para la mayoría de los mortales, porque es la hermana, del primo del vecino de un gran... Como cantaba esa cachaca.
Las más de las veces, desde luego, es mediante el gran habilitador del mundo en que vivimos el que en verdad concede todas las licencias y autorizaciones, que es el dinero.
Pero también en Paraguay existe la fuerza incontenible del poder político que, aunque temporalmente en estos tiempos, entrega “patente de corso” a los que la ejercen.
En fin, sin ánimo de aguarles el día, pero con ganas de despertar conciencias, saquemos a la superficie a las fuerzas que operan en lo obscuro, démonos un baño de dignidad necesaria y apelemos al coraje y al amor a nuestro terruño que nos mantuvo a través de la historia como Nación. Tomemos una causa, demos sentido a nuestra vida.
Ojalá no nos ganen los que nos quieren llevar a la pestilencia, a la podredumbre. Saquémonos de encima los bichos que nos acechan, porque en verdad les digo, nuestro otrora hermoso lago solo está reflejando lo que nos estamos convirtiendo como sociedad.
sheila.abed@idea.org.py