Crisis vs. oportunidad

Sun Tsu (500 aC) ya nos instruía que “… el general que gana una batalla hace muchos cálculos en su cuartel, considera muchos factores antes de que esta se libre. El general que pierde una batalla hace pocos cálculos en su cuartel, considera pocos factores antes de que esta se libre. Muchos cálculos llevan a la victoria, pocos cálculos llevan a la derrota ...”; por lo que el arte de la estrategia está íntimamente ligado desde la antigüedad al estudio de todos los escenarios posibles.

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Desde el año pasado, el propio Ejecutivo promueve la realización de talleres de liderazgo en los que el “top end del liderazgo norteamericano, John Maxwell”, se cansó de repetir a la selecta audiencia (mayoritariamente funcionarios públicos, muchos con cargos directivos) reproducida por los medios, ante la pregunta obligada: ¿Cuáles son las claves motivadoras para lograr el objetivo final? “... Trabajo en equipo, no se puede hacer esto solo. Visión, uno tiene que saber adónde quiere ir, tener un plan. Capacitación, hay que capacitar a la gente. Intencionalidad, uno debe permanecer enfocado, ser continuo; es un trabajo de todos los días hasta que se convierte en modo de vida. Y, finalmente, las personas ...”.

Quizás sea muy pronto para que estas sabias enseñanzas hayan sido internalizadas por los líderes de nuestro equipo negociador internacional, quienes tratan de llevar adelante la revisión por los 40 años del Anexo C, pactado en el Tratado de Yacyretá; una renegociación estratégica para el país, ya que no solo sentará las bases de nuestro próximo desafío similar con el Tratado de Itaipú (2023); sino también la oportunidad para integrarnos al contexto regional o, en caso de perderla por simples dádivas, a seguir excluidos del Mercosur real por nuestros vecinos. “Es como si el Paraguay fuera una gran rotonda, donde todos los proyectos regionales solo pegan la vuelta”, advertía hace unos años una colega del sector.

El tema es complejo, dentro de la geopolítica regional, donde se mueven profundos intereses estratégicos, no solo comerciales, por sobre los de “un buen ambiente o de la simple buena fe” de los gobiernos de turno; pero no por ello imposible. En este buen ambiente de negociación, cuando los intereses son comunes, la energía (entre otros) juega un papel estratégico fundamental, ya que es bien sabido que “sin energía no hay desarrollo”. Así como se deben negociar principios para luego ajustar posiciones. Si esto no es comprendido, los resultados son obvios y están a la vista.

Abordando un poco más el tema, podemos observar que todos nuestros vecinos atraviesan en el presente una crisis energética de variados componentes, pero con el mismo resultado y producto (energía); pero analizaremos puntualmente el caso de Argentina, ya que “lo urgente prima sobre lo importante”, si lo vemos a través de Yacyretá.

Para el nuevo gobierno argentino la energía es una prioridad. Por ello, primero reordenó la casa y elevó de simple secretaría a ministerio este sector y, tratando de paliar la alta demanda inminente de la energía eléctrica (EE) que venía siendo impulsado por una ola continua y creciente de calor, que estalló el 12/02/2016, con máximos históricos de potencia (25.380 MW) y energía (524 GWh) del SADI para un día hábil.

Se debió recurrir, en carácter emergencial, a la importación de energía eléctrica, a pesar de los cortes rotativos dispuestos y realizados (< 5% del pico de la demanda) entre otras medidas.

Cabe añadir que en el 2015 Argentina importó un total de 1.702 GWh, de los cuales solo el 6,6% provino de la ANDE de nuestro país, ya que en la EBY le cedimos unos 7.361,5 GWh, suficientes para atender el 5,4% de la demanda total del SADI (136.415 GWh, equivalentes a unas 10 veces nuestra demanda nacional ANDE).

Sin embargo, la parte argentina de la EBY también nos informa que la producción de este primer bimestre del 2016 fue de unos 3.600 GWh, de los cuales la ANDE solo retiró unos 579,76 GWh (15.8% o 400 MWm). Quizás ello explica por qué Argentina dilata el tema, aunque subliminalmente ya lo han expresado “primero la energía; luego el resto”; reflejo de la realidad actual del vecino país y muy diferente a nuestra posición negociadora.

Su canciller Susana Mabel Malcorra (ingeniera eléctrica y exjefa de Gabinete de la ONU) expresa en su propio portal que durante los primeros 100 días de su gestión: “... sobresalieron los acercamientos bilaterales con los países vecinos de Argentina: Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil, sobre todo en asuntos comerciales y de integración en materia energética y de transporte, obras de conectividad ...”.

Sin hacer juicio de valor alguno sobre el rol de la ANDE, ni de nuestra Cancillería en este contexto; ya que es responsabilidad exclusiva del Ejecutivo; cabe acotar que en los dos últimos años, la producción de nuestra central Acaray fue superior a los 1.000 GWh, de los cuales se “exportó” a Ebisa de Argentina solo alrededor del 12%, en promedio.

Nuestro Sistema Interconectado (SI/ANDE 2015), según mis cálculos (ya que la ANDE no provee información adecuada en tiempo y forma) fue abastecido en un 74,9 de fuente Itaipú, más un 18,4% de fuente Yacyretá y un 6,7% de fuente Acaray. De esos aproximadamente 14.170 GWh totales demandados anualmente por la ANDE en el 2015 (1.620 MW-medios o MWm); o sea, las pérdidas totales oficiales del SI/ANDE (25% admitidas en la Memoria Anual); se llevaron todo el aporte de las fuentes EBY (18.4%) más Acaray (6.7%).

Sin embargo, escuchamos decir a través de la prensa, que la ANDE alega falta de inversión en el SI/ANDE ante los últimos siniestros ocurridos en la estación de Lambaré y en la de San Lorenzo; a pesar de que cuenta actualmente con unos 5.000 MVA de Potencia instalada en alta tensión (AT), de los cuales solo el 51% en media etnsión (MT- 23 KV), para atender una demanda real de poco más de 1.220 MWm facturados.

La propia Memoria Anual ANDE admite un factor de carga del 58%. La Itaipú, a través de su propio director ejecutivo paraguayo (James Spalding), confirmó que la ANDE este 2016 contrataría solo unos 1.300 MWm. Entonces el problema de la ANDE es la falta de inversión (eficaz) o de gestión.

El siniestro del 18/02/2016, 23:30, en la estación San Lorenzo se produjo coincidentemente, el mismo día, pero horas después de que se alcanzara el pico récord de la demanda nacional, casi unos 3.000 MW; sumada la exportación adicional continua a la Argentina de unos 70 MW por la estación Guarambaré. Debido este siniestro Clorinda se quedó sin energía por un tiempo menor a una hora.

ABC Color publico el día 08 de este mes lo siguiente: “Según reportó el Ing. Miguel Ángel Báez, jefe de operaciones del departamento de Despacho de Cargas de la ANDE, exportaron al vecino país un total de 9.158 megawatts/hora (MWh) ... Haciendo los cálculos estimativos en función a la tarifa, por esta operación la ANDE debió facturar unos US$ 5 millones, ... y en este momento incluso se está utilizando toda la potencia disponible de Yacyretá para Paraguay, que ronda los 650 MW”.

La pregunta obligada es si esos montos logrados por la exportación de energía emergencial a la Argentina cubren los costos del siniestro ocurrido. No hago juicio de valor si esa exportación por la Estación de Guarambaré fue la causante del siniestro en la Estación de San Lorenzo, a pesar de que estas estaciones están interconectadas, ya que la ANDE no publicó o desconozco el informe técnico oficial respectivo.

Podemos observar que Argentina, en este contexto, según nos informa Cammesa, importó el “minimum (minimorum)” de energía eléctrica de la ANDE (Paraguay), la pregunta obligada es por qué, ya que es el único país de la región que cuenta con genuinos excedentes hidroenergéticos de toda la región de manera sustentable. ¿Por qué Argentina debió importar energía de origen térmico (por ende más cara) de otros vecinos en una situación emergencial? ¿Por qué esta coyuntura de crisis energética no fue aprovechada para renegociar favorablemente la EBY, entre otros, tal como lo hizo Bolivia y/o Chile en su oportunidad? Los logros de ENDE (Bolivia) en obras y comercialización están disponibles en Internet.

Michael Porter nos define claramente: “La ventaja competitiva es cualquier característica de una empresa que la distingue del resto y la sitúa en una posición superior para competir”. ¿Cuál es nuestra principal ventaja competitiva como país en este contexto? Justamente es la energía que producimos y no consumimos y por ende cedemos a nuestros socios condóminos. Este concepto lo entendió muy claramente el prestigioso economista Jeffrey Sachs en su trabajo ““Leveraging Paraguay Hydropower for Sustainable Economic Development“; en el que presagia un rol fundamental para nuestra energía en esta década; si negociamos adecuadamente nuestros excedentes.

El gran maestro Osho nos enseñaba que “solo un gran problema, una gran crisis, hace pensar al hombre en el cambio, ya que así es como nos han educado”; por lo que el momento es hoy para convertir la crisis energética actual en oportunidad; donde la energía juega un rol estratégico en dicha negociación. Bolivia así lo entendió y muy bien, sacando réditos concretos de esta ventaja competitiva este 2016, negociando energía con Argentina.

Hay muchos porqués y muy pocas respuestas, pero de lo expuesto se puede deducir que el problema es más interno que externo; más de negociación que de comunicación; ya que estaríamos repitiendo lo ya citado precedentemente por John Maxwell.

Muchos de los lectores opinaran que es mayor mi crítica a mi aporte; pero les recuerdo (aunque está publicado en internet) que en el 2010; presente en el IX SESEP del CIGRE, capítulo PY, sin pena ni gloria un trabajo innovador titulado “Conveniencia de Intercambiar Energías Excedentes Renovables por Combustibles Líquidos; Caso Paraguay – Argentina” entre otros, paper (de la tesis de maestría), que me tocó disertar con cierto éxito en algunos congresos internacionales de la región; pero que a nivel nacional lastimosamente fue ignorado; fiel al mensaje bíblico de que “nadie es profeta en su tierra”.

Creo que no es el momento de buscar culpables en el sector (que los hay y muchos), sino de producir sinergias, no más prueba y error para que se puedan capacitar las autoridades de turno (legos en el sector); independiente de las ideologías políticas que siempre existirán. Parafraseando al papa Francisco, “primero la patria; luego mi negocio”. Las respuestas más que del propio Ejecutivo deben provenir primero del sector energético local, como parte integrante y protagónico de nuestra sociedad.

(*) Ing. electricista y electrónico por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina (1984). Máster en Administración y dirección de empresas (2000), UA-Paraguay. Magíster en Economía de la Energía (2010). Gesel-UFRJ-Brasil.

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