Creando analfabetos

SALAMANCA. Desde hace años, por no decir décadas, venimos repitiendo el mismo estribillo: nuestro sistema de educación solo sirve para crear analfabetos. No es una paradoja, es la realidad que ahora vienen a descubrir unos técnicos que han cobrado sus buenos dólares. Nosotros, tontos, lo estábamos haciendo gratis. Para ser precisos, lo que nuestro sistema educativo hace es crear “analfabetos funcionales”, que es mucho más grave y cruel pues el alumno sale del colegio sabiendo leer y escribir. El inconveniente está en que no entiende lo que lee ni lo que escribe. Para amplificar el problema –y también para esconderlo– nos vienen engañando con el último grito del progreso: “un alumno, una computadora”. Pero si no entienden lo que está escrito en una hoja de papel ¿creen que van entender ahora, por obra y arte de la magia cibernética, lo que está en una pantalla luminosa?

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La lectura es fundamental dentro del proceso educativo ya que ella es una de las herramientas esenciales para la formación del pensamiento abstracto. Sin esta cualidad es absolutamente imposible aprender nada, lo que se dice nada de nada. Quienes pasamos por la docencia en algún momento podemos dejar constancia de ello. Va el profesor a clase, expone un concepto y en el acto se levantan numerosas manos, por no decir todas, de alumnos que quieren decir algo. Y el clamor es unánime: “Profesor, ¿puede poner un ejemplo?”. Pero el ejemplo es engañoso ya que no puede sustituir al concepto. Este es amplio. El ejemplo es restrictivo. El concepto se refiere a todas las posibilidades. El ejemplo a una sola.

El problema sobre el cual está flotando todo nuestro sistema es el de la corrupción. Los informes que se acaban de presentar, con resultados sencillamente espantosos, tan graves como para motivar un juicio a todos los responsables, hablan de la falta de fondos, de la necesidad de destinar el dinero suficiente para poder aplicar tales o cuales planes; en pocas palabras: que estamos así por culpa de nuestras miserias. La primera pregunta que surge es: ¿qué pasó con el dinero del Fonacide? ¿Se hizo alguna investigación de los miles de millones de robaron los intendentes de casi todos los pueblos? ¿Hay algún imputado, hay algún condenado, hay alguien en la cárcel por este delito que se puede considerar de lesa humanidad? Todas las preguntas se responden con un rotundo ¡No!

Para más acabamos de ver al ministro de Educación participando en campañas proselitistas de un proyecto político encaminado al fracaso desde antes de comenzar. El mismo ministro iba pidiendo a los supervisores y a otros mandos medios de su secretaría que votaran por la lista de la cual él formaba parte. Para barrer toda esta basura y esconderla bajo la alfombra se habla de la pobreza, del bilingüismo, de las áreas rurales, de la oposición campo-ciudad y cosas parecidas. Permítaseme mencionar nada más que un hecho ocurrido en España: el de un hombre llamado Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) cuyas ideas sobre la función social de la educación, el arte, la estética, la pedagogía musical dieron inicio a la llamada Institución de Libre Enseñanza, de cuyas aulas salieron los más brillantes intelectuales, escritores y artistas españoles de las primeras décadas del siglo XX y que lastimosamente tuvieron que huir de España a causa del franquismo. En aquellos años España era posiblemente tan pobre como lo somos nosotros ahora. La respuesta a nuestros problemas es: honradez y talento, que, desgraciadamente, no los tenemos.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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