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Como acostumbramos decir los paraguayos, es “demasiado” evidente que los diputados y senadores no tienen la representación del pueblo, dueño absoluto de la soberanía “que la ejerce, conforme con lo dispuesto en esta Constitución” (art 2º CN).
El art 118 CN dice: “El sufragio constituye la base del régimen democrático y representativo. Se funda en el voto universal, libre, directo, igual y secreto; en el escrutinio público y fiscalizado y en el sistema de representación proporcional”. La Ley 834/96, Código Electoral, en su art 1º VIOLA LA CONSTITUCION.
“El sufragio, dice, habilita al elector a participar en la constitución de las autoridades electivas POR INTERMEDIO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS.
El art. 258 implanta el sistema de las listas cerradas para senadores y diputados, parlamentarios del Mercosur, juntas departamentales y municipales, y la vigilancia de las elecciones está a cargo de la Justicia Electoral, integrada por los partidos políticos.
El Presidente de la República y el Vicepresidente son elegidos por mayoría en un solo colegio electoral. Quedan fuera de la objeción que afecta a los otros.
Contra diputados, senadores y demás categorías elegibles, cabe se declare la nulidad o la revocación de su proclamación como diputados y senadores. El profesor Villagra Maffiodo, hombre sabio y maestro inolvidable de las juventudes, en su obra PRICIPIOS DE DERECHO ADMINISTRATIVO, eludió los efectos aniquiladores de la nulidad, mediante el concepto de “irregularidad” que deja como válidos los actos celebrados con anterioridad por los elegidos senadores y diputados. Pero si son impugnados los actos posteriores: ellos son anulables.
De tal forma, los diputados, senadores y autoridades partidarias que lanzaron el grito de guerra contra cuatro componentes de la Corte, y anuncian el juicio político, deben tener cuidado, porque: 1º) pueden perder, y 2º) pueden hacer más daño que bien porque el problema de la justicia depende también de los partidos, no solo de los hombres que amenazan destituir.
No hay paraguayo que no sepa que la decisión está siendo elaborada en un pequeño grupo de políticos, tal vez tan culpables de nuestros males como los amenazados, o tal vez más culpables porque están más obligados a mirar cuidadosamente el problema del Paraguay que no es la justicia mal administrada, como la injusticia impune de los bastardos que ejecutan sus tropelías a sabiendas de que son protegidos por sus correligionarios. Este es problema de todos.
El departamento de San Pedro fue la cuna del problema más grave que tuvo el país desde el último autoritarismo atribuido a un hombre y su séquito. Del departamento de San Pedro, el problema se irradió a Concepción, Amambay, Canindeyú, Caaguazú y norte del Alto Paraná. La Guerra Civil de 1947 tuvo mucho que ver. La Iglesia Católica conoce bien el problema, porque afecta a muchos obispos y sacerdotes que no quieren asumir de modo público su responsabilidad, pero como en el Paraguay todos nos conocemos, sabemos quiénes son.
Pero el hecho es que, a la par de los políticos, la Conferencia Episcopal debe cuidar muy bien su responsabilidad, porque los pecados y los delitos a veces no se acompañan, pero la mayoría de las veces sí.
En Francia se dice: “cherchez la femme”, y en el Paraguay debemos decir: “cherchez le pa’i, et le politique”. En toda humana querella, busca la mujer, en Francia; y el cura y el político y la mujer en el Paraguay.
El problema electoral del Paraguay no consiste en desplazar o destruir a los partidos políticos o a la Iglesia. Pero debemos aprender que deben asumir los ideales de la población como está ocurriendo en la China Comunista en que el Cristianismo lentamente está desplazando al Comunismo. Católicos y protestantes serán más en poco tiempo que los comunistas y el Estado de derecho se está montando (The Economist).
Los políticos no deben despreciar las ideologías, ni las ideas, porque ellas son el alimento de la población con el capital.
Ellos, los políticos, son los únicos que pueden poner remedio a la dolencia, aparentemente incurable del Paraguay. El sufragio debe ser libre y directo, sin intermediarios. Este es el principio. Los partidos políticos deben ajustar su moral, reducir su dependencia del dinero que reciben del Estado y no dar el mal ejemplo a los campesinos que hoy en Aguaray anuncian el fin del mundo si no se les perdona sus deudas.
Los partidos deben limitarse a cumplir el papel que les asigna la Constitución: concurrir a la elección de las autoridades. Después de que este tema se corrija, podrán los políticos iniciar tranquilos el juicio político de los miembros de la Corte. No olviden, San Pedro ha irradiado a medio Paraguay el mal del narcotráfico, que envuelve la violencia.
Curiosamente, el responsable de la Corte en San Pedro no sería juzgado, y por su omisión han nacido las “flores del mal”.
* Abogado