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Un estudio realizado recientemente por un grupo de estudiantes de Bioquímica clínica de la Universidad Católica, regional Guairá, sobre muestras de agua extraída de los pozos de 15 viviendas ubicadas en una zona baja de esta capital departamental, arrojó un resultado estremecedor: Todas las muestras analizadas estaban totalmente contaminadas con microorganismos patógenos.
Es más, el nivel de contaminación rebasó lejos los rangos internacionales tolerables en cuanto al nivel de calidad del agua destinada al consumo humano. Los vecinos pueden contraer enfermedades graves como hepatitis, disentería, parasitosis y anemia, entre otras.
Lo peor es que la mayoría de las familias afectadas por el consumo de agua contaminada, quizás por falta de educación, ignoran los efectos dañinos que provoca el uso del agua extraída de los pozos comunes.
Es fácil apreciar que las letrinas se hallan ubicadas a pocos metros de los pozos de agua, razón por la cual fácilmente la materia fecal llega al depósito de agua. También el nivel polución de algunos arroyos que riegan la zona urbana es alarmante. Por el fenómeno de la filtración, el agua de los arroyos llega a los pozos de agua.
Entendemos que el alto costo de las instalaciones de redes de distribución de agua potable es una valla que frena muchos proyectos. No obstante, es hora de que los organismos competentes del Estado tomen en serio su misión de ofrecer los servicios públicos básicos a la población. La iniciativa privada también es una opción válida para distribuir agua potable a precios competitivos a fin de mejorar el nivel de vida.
Si el Estado no invierte en este aspecto pronto deberá afrontar serios problemas en el aspecto de la salud pública, donde la infraestructura tampoco es suficiente. Esta es una cuestión tan primaria que a estas alturas ya no deberíamos estar discutiendo, sobre todo cuando se trata de una capital departamental.
Es más, el nivel de contaminación rebasó lejos los rangos internacionales tolerables en cuanto al nivel de calidad del agua destinada al consumo humano. Los vecinos pueden contraer enfermedades graves como hepatitis, disentería, parasitosis y anemia, entre otras.
Lo peor es que la mayoría de las familias afectadas por el consumo de agua contaminada, quizás por falta de educación, ignoran los efectos dañinos que provoca el uso del agua extraída de los pozos comunes.
Es fácil apreciar que las letrinas se hallan ubicadas a pocos metros de los pozos de agua, razón por la cual fácilmente la materia fecal llega al depósito de agua. También el nivel polución de algunos arroyos que riegan la zona urbana es alarmante. Por el fenómeno de la filtración, el agua de los arroyos llega a los pozos de agua.
Entendemos que el alto costo de las instalaciones de redes de distribución de agua potable es una valla que frena muchos proyectos. No obstante, es hora de que los organismos competentes del Estado tomen en serio su misión de ofrecer los servicios públicos básicos a la población. La iniciativa privada también es una opción válida para distribuir agua potable a precios competitivos a fin de mejorar el nivel de vida.
Si el Estado no invierte en este aspecto pronto deberá afrontar serios problemas en el aspecto de la salud pública, donde la infraestructura tampoco es suficiente. Esta es una cuestión tan primaria que a estas alturas ya no deberíamos estar discutiendo, sobre todo cuando se trata de una capital departamental.