Conflictos para la identidad personal con el “tercer sexo”

Se entiende por identidad personal a la configuración de factores que definen a la persona en lo que es como individuo y de lo que forma parte. Se refiere a la sensación de ser la misma persona a pesar de cambios internos y externos. Parte de esa identidad personal es la identidad sexual, cuya complejidad es innegable y para ilustrarlo bastaría referirse a los dos casos tan publicitados últimamente:

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El de la Argentina, en estos días, en que un niño de 6 años quiere cambiar de sexo, y hace un mes, una ley en Alemania dispone que a partir del 1 de noviembre de este año no requerirá identificar a los recién nacidos como femenino ni masculino, dejando el casillero de género en blanco para ser llenado por el sujeto X recién nacido a voluntad, más tarde cuando lo desee y si lo desea. De esta manera, la identidad de género, que es la percepción individual y la conciencia de ser masculino o femenino ya no será definida por los padres en los casos de bebés que nacen con las características biológicas y genitales de los dos sexos, conocidas anteriormente como “hermafroditas”, y que hoy se conoce con el término médico de “trastorno de diferenciación sexual”. Según la Organización Mundial de la Salud, este trastorno afecta a 1% de la población mundial. Esta ley fue promulgada debido a los reclamos de activistas con este trastorno denominado también “intersex”, que en realidad, sería como un “tercer sexo”. La nueva normativa se aplica solamente para estos casos y no significa que todo el mundo puede elegir su género. En las opciones de género de los documentos no existen más de dos casilleros y no se reconoce un “tercer género”. Con esta ley, sin embargo, se puede postergar indefinidamente la elección binaria de un género a nivel legal; pudiendo quedar de esta manera el casillero para el sexo en blanco para siempre e inclusive, podría transformarse en una nueva opción de género. A propósito, según publicaciones, en el 2010, en el Reino Unido, una persona de 48 años, que nació varón, decidió transformarse en mujer a los 28, luego, optó por no identificarse con ninguno de los dos géneros. Esta persona logró modificar su partida de nacimiento y decidió figurar “sin género”. “No encajo en los conceptos de hombre o mujer –-declaró–. La solución más fácil es no tener ninguna identidad sexual”.

Esta modificación hecha en las leyes de Alemania puede tener repercusiones a nivel mundial debido a que muchos países tendrán que cambiar consecuentemente su sistema de identificación legal. Los documentos de validez internacional como los pasaportes tendrán problemas, ya que todos los países tienen como campo obligatorio F (femenino) o M (masculino). Las personas que no se identifican con ninguna de las opciones, abogan por la inclusión de la X como sigla del “neutro” en tales documentos.

Las organizaciones feministas quieren ir más lejos aún porque consideran que con esta ley, la identidad de género continúa atada a la “genitalización” del cuerpo. Es decir, se ha recurrido a la biología al considerar que: “solamente podrán elegir su identidad de género las personas que nazcan con ciertas características biológicas y genitales de ambos sexos”. Para estas organizaciones, la libertad de elección de género sigue limitada por un destino biológico; lo que es rechazado por quienes defienden una teoría del género mucho más incluyente que considere los aspectos éticos y políticos de la temática del “intersex”.

(*) Médico especialista diplomado del Consejo Americano de Psiquiatría y Neurología

victor2343@gmail.com

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