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Estos días se celebra en Camboya la 37ª reunión anual del Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco. Este evento ya ha dado la categoría de patrimonio mundial al Monte Fuji, el Monte Etna, el Parque Nacional de Tayikistán, las montañas de Tian Shan, el Palacio de Golestán, entre otros emblemáticos lugares y sitios históricos alrededor del mundo.
Hoy se sigue discutiendo cómo evoluciona la cultura. Para el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, la cultura, tal y como la conocemos, las bellas artes, está a punto de desaparecer debido a la banalización que se hace de ella, con la tendencia hacia la mediocridad de los medios de comunicación y la publicación de literatura superficial por parte de decenas de autores en distintos países.
Por su parte, Ticio Escobar, exministro de Cultura de Paraguay, sostiene que la visión del Nobel es limitada o se encuentra enmarcada en una posición ya prácticamente desfasada o agotada, puesto que el paradigma cultural está colapsando. Para el también filósofo y crítico de arte paraguayo, la sociedad se piensa y se recrea constantemente, por lo cual se rediseña y la cultura se va transformando.
Para entender la cultura, hay que comprender el contexto. Hoy se hace pintura, cine, literatura y ciencia a pesar de los graves problemas mundiales. La creación no se aleja de la realidad sociopolítica, a veces se solidariza con las causas a favor de la libertad, y en otras, sirve como instrumento para dominar e imponer una visión. En la actual civilización terrícola, hay varios conflictos armados en África, Medio Oriente y Latinoamérica; existen dictaduras que se niegan a dar el brazo a torcer para ceder al mundo más globalizado y respetuoso; el desplazamiento humano por causas de masacres y atropellos a los derechos fundamentales sigue firme.
La ciencia y la tecnología actual son elementos que recién están tomando mucho protagonismo en el análisis cultural. El proceso de interacción social sigue sin reconocer el valor de la creación tecnocientífica, a pesar de vivir en la civilización de Higgs, que no es otra cosa que el mundo que trata de superar los últimos vestigios medievales oscurantistas, para proponer un mundo alternativo y equilibrado, un poco más racional. Esta es la época en que la física teórica se reconcilia con las demás ramas de la ciencia, estamos a punto de saber cómo se constituye toda la materia, pero seguimos obviando la buena convivencia civilizatoria.
Sin dudas que la “Civilización del espectáculo” tiene mucha fuerza e influencia, domina medios de comunicación y hasta está infiltrada en las universidades alrededor del mundo. No se puede hacer otra cosa que entender este proceso. La cultura es diversa, por lo tanto, los intereses también lo serán y no hay otra forma de contrarrestar aquello que proponiendo algo diferente. Decía recientemente el escritor y filósofo Umberto Eco que los intelectuales no deben salvar a la cultura, sino que deben producirla.
El hallazgo de una ciudad maya perdida o la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad ampliada nos ayudan a entender nuestras interrelaciones. Somos la única especie de animal que intenta encontrar respuestas a sus inquietudes, por lo tanto, deberíamos aprovechar todos los recursos que están a nuestro alcance; total, la “civilización de Higgs” llegó para quedarse.
equintana@abc.com.py