Coca Cola: un “zero” en ortografía

La ortografía “es parte de la gramática que enseña a escribir correctamente por el acertado empleo de las letras y de los signos auxiliares de la escritura/ Forma correcta de escribir respetando las normas de la ortografía”. La normativa está para ser respetada. No se trata de una imposición caprichosa o dictatorial. Es más, los errores ortográficos son una falta, no un delito. Sería preferible que fuese un delito, pasible de castigo, con la esperanza de que el “delincuente” se corrigiera. Pero como se trata sólo de una falta, sin que hubiera ni siquiera amonestación, los errores ortográficos se multiplican en todos los niveles de la educación. Es sabido que los profesores, desde la primaria hasta la universitaria, miran de reojo los errores de ortografía de los educandos.

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Tales errores son el testimonio de una muy pobre educación que empaña la imagen cultural y social de quien los comete. Es, además, la prueba fehaciente de que no se lee. Desde siempre la lectura ha sido el mejor instrumento para informarse, deleitarse y aprender a expresarse y escribir correctamente.

En estos días, un amigo mío me contó que su hijo adolescente le discutió que “cero” se escribe con “z”, o sea, “zero”. Para demostrarlo, le condujo al padre hasta la esquina donde se levanta un enorme cartel de Coca Cola que ofrece “caloría zero”. Es decir, sin caloría.

Una empresa de la magnitud de Coca Cola, que gasta muchos millones para liderar el mercado, que tiene una fuerza tremenda en el público, debiera ayudar al esfuerzo con el cual, desde los programas educativos, se intenta al menos disminuir el generalizado problema de la ortografía.

La pregunta inquietante es ¿se trata de un error ortográfico de la multinacional, venido de un país donde “cero” se escribe con otro signo, o de un ardid publicitario para llamar la atención? En cualquiera de los casos, es censurable. Si es un error, su agencia publicitaria debía haberse asesorado cómo se escribe “cero” en castellano. Y de tratarse de lo segundo, un creativo tiene recursos para impactar de mil maneras. Es de mucha pobreza imaginativa deformar la ortografía -de tratarse de un acto voluntario- para ser diferente y llamar la atención.

Las clases están por reanudarse, y con toda seguridad a muchos alumnos se les habrá pegado la “z” como el signo correcto para escribir “cero”. Y como los maestros, generalmente, son muy permisibles con lo ortografía, dejarán que se expanda el “zero” como una distinción de moda impuesta por una empresa planetaria.

Hace unos años Gabriel García Márquez, en un coloquio internacional, defendió la idea de eliminar la ortografía del idioma español. Que cada cual escriba como le parezca. Si igual se pronuncia “vaca” que “baca”, etc., para qué tanto rigor ortográfico que no hace sino confundir gratuitamente. Las reacciones en contra de la propuesta del celebrado escritor fueron universales.

El maestro Fernando Lázaro Carreter, luego de examinar el origen contradictorio de la ortografía de la lengua española, agrega: “Nuestra ortografía, como todas, resulta, pues, del enfrentamiento de tendencias difícilmente conciliables, y se ha fijado sin fidelidad absoluta ni a la fonética ni al latín. Pero ello no significa que sus dificultades sean insuperables: se sabe que una escolarización adecuada podría darlas por vencidas antes de llegar los alumnos a los catorce años de edad. Habrá que buscar por otros caminos las causas de su descrédito actual”.

Pero aun una “escolarización adecuada” podría naufragar ante la poderosa empresa industrial que, voluntariamente o por error, difunde por los cuatro vientos una ortografía inexistente en castellano. Ignoro si el resultado será el aumento de las ventas, pero con toda seguridad su efecto impactará negativamente en el uso del idioma.

Vuelvo a Lázaro Carreter. En otro artículo (El dardo en la palabra, primer tomo), concluye: “Nuestra ortografía es pura convención (...), pero está ahí, uniéndonos a muchos pueblos, garantizando la circulación de la cultura escrita, sirviendo de privilegiado instrumento educativo...¿Debe entrar en el saco de las convenciones destinadas al vertedero?”

alcibiades@abc.com.py
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