Choque de mentalidades

Sin lugar a dudas Paraguay está en un momento de grandes cambios; cambios que no son superficiales sino muy significativas transformaciones que anuncian una evolución de la mentalidad en sectores cada vez más amplios y más representativos de la sociedad paraguaya.

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Algunos de los síntomas más llamativos de esa evolución son las rebeliones estudiantiles, los llamativos cambios en el mapa electoral del país, la disminución de la tolerancia social con las autoridades que se muestran ineficientes, venales o ambas cosas.

Leo en el libro “Por qué fracasan los países”, de los economistas e historiadores Daron Acemoglu y James A. Robinson, que cuando en una nación se producen las condiciones de un cambio verdaderamente significativo, se produce también una igualmente significativa resistencia a esos cambios; porque el progreso siempre perjudica los privilegios de algunos sectores poderosos o la forma de vida y las costumbres de algunos otros grupos sociales, menos favorecidos pero aun así acomodados.

También esa resistencia ha tomado formas muy llamativas en nuestro país: procesos judiciales por corrupción que se eternizan, otros que se resuelven en tiempo récord; ciudades como Lambaré, que se ven obligados a elegir entre dos candidatos a intendente sospechosos de delitos; el sepelio poco menos que de héroe nacional con todos los ingredientes e inclusive presencia de autoridades, que se le dedica a un despiadado asesino como Yacaré Po.

Quizás el más llamativo de todos estos fenómenos sea que un prófugo de la justicia haya podido tener un centro de comando electoral en la prisión, ganar las elecciones municipales en una ciudad, Capitán Bado, y –para colmo– jurar “kañy hápe” sin que la policía se dé por enterada… Por cierto, algún abogado quizás me pueda explicar en qué convierte esto a los concejales que le tomaron juramento y a la escribana que labró el acta de fe pública del acto: ¿Cómplices? ¿Encubridores?

Volviendo al libro “Por qué fracasan los países”, sus autores afirman que existen momentos críticos en que ese choque de mentalidades e intereses entre las condiciones de un cambio significativo y las resistencias que ese cambio enfrenta determina el tipo de instituciones que dominarán esa nación en adelante.

Si gana la evolución hacia instituciones mejores y más inclusivas, la nación prosperará; en contrapartida, si se imponen los sectores que se oponen al cambio involucionará inevitablemente hacia niveles cada vez mayores de corrupción, de pobreza y de injusticia social.

Esa es la situación en que se encuentra Paraguay, al comenzar este año 2016: la esperanza por la oportunidad de un cambio evolutivo que nos haga un país más próspero y más justo, y el peligro de una regresión que ponga las instituciones cada vez más en manos de delincuentes, corruptos e incapaces.

Aunque este dilema es, en esencia, político, su resolución no será en las urnas, ni en las cúpulas de los distintos sectores de la clase política, sino que se resolverá en el seno de la ciudadanía, que es donde se está produciendo un verdadero choque de mentalidades, entre las nuevas ideas y los viejos hábitos, entre los que aplaudimos a los estudiantes y los que vitorean a Yacaré Po.

rolandoniella@gmail.com

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