Chirrido nostálgico

Quien más quien menos, cada tanto expresa su nostalgia hacia el chirriante paso de los tranvías por las calles de Asunción. Fueron un ícono de la urbe y la vida citadina.

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El primer tranvía de la historia –a tracción animal– se remonta a Gales en 1807. Veinticinco años después ya lo ostentaba la ciudad de Nueva York y rápidamente a lo largo de ese siglo se propagó por las capitales americanas.

En Asunción, los tranvías empezaron a circular el 7 de julio de 1913 en plena etapa de la Reconstrucción Nacional. Con luces y sombras, contra viento y marea, fueron sorteando décadas.

Era el medio de transporte de toda la población. De la gente de alcurnia y los obreros. Las damas iban de largo y los caballeros de traje abordando las líneas que unían la calle Palma con todos los sitios importantes: Sajonia, Belvedere, Cambio Grande o Villa Morra.

Recorrieron gran parte de la historia de la vida nacional y en ABC Color ocuparon sus páginas desde el número cero. El 2 de agosto de 1967 en una de las tapas experimentales se leía, al pie de una foto, este verdadero poema: “En clamoroso desmentido a quienes le habían extendido certificado de defunción, circulan por nuestras calles los sempiternos tranvías. Algunos tan acicalados y pintaditos como el que vemos en la nota gráfica. En la tarde casi primaveral, parecen objetos escapados de un mundo bello y muerto. Una colorida postal del 900, de esas que inspiraron ardientes amores de época. Lentos, pero seguros, ahí están para demostrar que en tiempos de los aviones supersónicos queda lugar para el ritmo en que se acompañan los ensueños. Evidentemente, en la ATE hay algún ejecutivo con alma de poeta, de cargada paleta romántica”.

A mediados de los años setenta los tranvías todavía transportaban un racimo de personas que lo tenían para sus viajes cotidianos. “De repente el tranvía se volvió importante como medio de desplazamiento dentro del radio urbano de Asunción, especialmente para la población obrera de la ciudad, debido al reciente aumento de pasajes por viajes en ómnibus y micros. Mientras para estos transportes mermó la clientela, los usuarios se disputan por conseguir una plaza en el vetusto tranvía”, dice un artículo de 1974 cuando el pasaje en tranvía quedaba en 10 guaraníes contra el boleto en ómnibus que subió a 15 guaraníes, tras decretarse una suba de combustibles.

Al año siguiente llegaron los tranvías amarillos a Asunción donados por Bélgica hasta que en los 80 empezaban a circular con publicidad para evitar que desaparecieran.

Entre 1992 y 1993 el Ministerio de Obras Públicas anunció que dejarán de circular por el déficit que generaban. Y así pasó poco después.

En el año 2005 el intendente Enrique Riera recuperó un vagón como “pieza de museo” frente a la Plaza Uruguaya. Pero, debido a la falta de mantenimiento, se convirtió en un aguantadero hasta que fue retirado.

Los tranvías desaparecieron de las calles y solo quedan algunos trechos de la antigua vía y alguna que otra catenaria donde aquel chirrido sigue generando un eco en la mente de los asuncenos.

pgomez@abc.com.py

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