Cantos de discordia que embarran la cancha

Sin lugar a dudas, el clásico de fútbol entre Boca y River es uno de los espectáculos deportivos más maravillosos del mundo. Por sus protagonistas, antecedentes, picantes frases durante los días previos, bullicio y colores. Un juego que reúne todos estos condimentos para vivir una fiesta, un verdadero carnaval.

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El sábado pasado, los eternos rivales se vieron las caras por primera vez en la temporada. Un simple partido de verano, de preparación, pero que nadie quiere perder. Todo marchaba sobre rieles hasta que, minutos antes de finalizar el primer tiempo, la hinchada de River Plate empezó con los cánticos racistas, de discordia: “Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es Bolivia y Paraguay”.

Lastimosamente el árbitro Pablo Lunati no suspendió el juego, pese a que lo paró en dos ocasiones.

¿Cuál es la necesidad de agredir de esa manera a los “pueblos hermanos” en un partido en que las cosas se resuelven en la cancha entre 22 hombres? No se debe embarrar la cancha por las diferencias políticas que existan entre los países afectados.

La parcialidad “millonaria” olvida a sus excapitanes paraguayos como lo fueron en su época Pedro Alcides Sarabia, Celso “Chito” Ayala o Julio César Cáceres. Los de la “banda roja” entierran los recuerdos de goles convertidos por Nelson “Pipino” Cuevas o Ricardo Rojas, justamente ante el acérrimo rival, Boca Juniors. O para qué ir muy lejos, en el último partido, Adalberto Román estaba como último hombre en la defensa rojiblanca y tuvo una tarea impecable. ¿Es el método correcto que una hinchada utiliza para alentar a sus jugadores?

Si la hinchada de River aún tiene viva en la retina el gol que José Luis Chilavert marcó a Germán “Mono” Burgos detrás del medio campo, fue gracias a su buena pegada y visión de juego. Si los de Núñez siguen sufriendo los goles de Roberto Cabañas, simplemente era su tarea, perforar la red enemiga. O si tienen celos porque el mayor goleador de fútbol argentino es el compatriota Arsenio Erico con 295 goles defendiendo a Independiente... por algo lo llamaban el “Paraguayo de Oro”.

Al ritmo que vamos, esta mala práctica tiende a empeorar. En un partido amistoso que disputó el AC Milán semanas atrás, aficionados del Pro Patria atacaron con insultos racistas a los jugadores “de color” del conjunto “rossonegro”.

El ghanés Prince Boateng, cansado de estos, arrojó la pelota a la tribuna, y el Milan se retiró del juego. Sin lugar a dudas una actitud digna de aplaudir.

Sin embargo, el presidente del FIFA, Joseph Blatter, no piensa así. Este considera que “se puede resolver de otra forma”. Pero qué más se puede esperar de este dirigente que ya declaró meses atrás que “en el fútbol, el racismo no es un problema”. Ahora recién se habla de “estudiar” la posibilidad de sancionar a los clubes “racistas” con disminución de puntos o ser relegados a una división menor.

Ya que tampoco el máximo órgano del fútbol en Sudamérica, la Confederación Sudamericana de Fútbol, se preocupa por remediar esta situación, la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) debe tomar cartas en el asunto y pedir un mínimo de cortesía. Si no nos hacemos respetar en estas instancias, si no se levanta la voz y se ponen a luchar contra este flagelo con almas de guerreros, seguiremos sufriendo estos atropellos y discriminaciones. Con que una vez los dirigentes deportivos dejen de lado sus intereses personales y den prioridad a los asuntos que realmente afectan al deporte nacional, se empezará a marcar la diferencia.

Mientras el deporte esté de fiesta, las esperanzas de vivir el día a día sin discriminación de raza, color o religión son cada vez más auspiciosos. No para obtener beneficio alguno, simplemente para vivir en un mundo mejor. Ya depende de cada uno.

julio.bonnin@abc.com.py

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