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Pese a las repetidas promesas de los sucesivos administradores comunales, particularmente cuando están en campaña, hasta ahora el pésimo “servicio” de transporte sigue siendo un castigo para los usuarios.
Pretender llegar a tiempo, limpio y sin los nervios hechos pedazos al lugar de trabajo o a las escuelas y colegios es una utopía. Encontrar un bus en horas de la noche, cuando cientos de chicos y chicas salen de las universidades para regresar a sus casas, es una lotería. El que por algún motivo perdió “el último” colectivo de la noche y no tiene algún compañero o circunstancial buen samaritano que lo acerque a su barrio está condenado a caminar kilómetros en horas poco recomendables debido a la inseguridad reinante.
Son notorias la incapacidad y la desidia de las autoridades comunales en dar respuesta a este derecho ciudadano.
Los concejales, que tan cómodamente llegan en sus vehículos a la sede legislativa, donde cobran una millonaria dieta que no justifican ni traducen en esfuerzos y servicio a la comunidad, deberían hacer la prueba: intentar, un fin de semana o feriado, llegar hasta el centro de la ciudad para participar de alguna actividad social o espectáculo público y luego regresar en colectivo. Lo más probable es que hagan lo que la gente por lo general hace: optar por quedarse en su casa.
Por estos mínimos argumentos vale un aplauso para la iniciativa y como vecinos apoyemos esta gestión para logramos que nuestros “esforzados” representantes dejen de pasarse el día en sus cómodas poltronas sostenidas con la contribución de la ciudadanía.
jaroa@abc.com.py