Bioética y bioéticas (4. Las definiciones)

Pretender identificar una sola definición de bioética es desconocer la pluralidad de visiones y fundamentos que conviven en el tiempo presente. En ese sentido, en términos epistemológicos, cabría hablar de una “inconmensurabilidad”, es decir, cuando una propuesta teórica no satisface, surge otra como alternativa. Analizaremos de manera sumaria cuatro definiciones distintas.

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La primera y la más célebre definición, la citada y replicada hasta la saciedad en textos y manuales de todo el mundo, es aquella que apareció en 1978 en la Encyclopedia of Bioethics, coordinada por el teólogo católico Waren Reich: “Bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en las áreas de las ciencias de la vida y a la atención a la salud, en cuanto esta conducta es encaminada a la luz de los principios y valores morales”. En esta primera definición se atisba con claridad el principalismo. La bioética es concebida como ética aplicada desde unos axiomas preestablecidos. Se da por supuesta alguna teoría ética y los valores que la configuran y se espera que se aplique a los nuevos campos abiertos por las tecnologías y las investigaciones en el campo de la salud humana. Pero de esa aplicación de la que no se dice mucho, es concebida como dependiente de los principios y teorías cuya validez se presuponen.

La segunda definición es la sugerida por Van. R. Potter y que apreció allá por 1989 en un texto homenaje al célebre ambientalista Aldo Leopold. Dice Potter: “Bioética es la combinación de la biología con los conocimientos humanísticos diversos, constituyéndose una ciencia que establezca un sistema de prioridades médicas y ambientales para la sobrevivencia humana aceptable”. Esta segunda definición podría catalogarse de “cientificista” pues, el oncólogo cree que de este acercamiento –puente– entre la biología y las humanidades resultaría una “ciencia”, con todo lo que ello implica. Y aquí surge el inconveniente, pues, la bioética no puede considerarse aún una ciencia, en todo caso, parafraseando a Gustavo Bueno, es una “ciencia que se busca”.

La tercera definición es la ofrecida por Tristram Engelhardt en su obra Los Fundamentos de Bioética. En ella, el pensador afirma: “La bioética funciona como una lógica de pluralismo, como un instrumento para la negociación pacífica de los conflictos morales”. La bioética de Engelhardt se presenta como un instrumento para la negociación en el seno de un mundo cada vez más plural y cosmopolita. Lograr el consenso social superando el subjetivismo de las opciones concretas es el gran reto de la posmodernidad. El problema de esta definición es que los consensos solamente se pueden dar entre “amigos morales”. Así, a los “extraños morales”, solamente les queda esperar un mínimo de respeto y tolerancia sin que sus opciones sean sitiadas, estigmatizadas y criminalizadas.

La cuarta propuesta es la del bioeticista brasilero Volnei Garrafa. De su texto titulado Epistemología de la Bioética. Un enfoque latinoamericano, se puede inferir que la “bioética es una disciplina transformadora que además, sirve como herramienta para la profundización y perfeccionamiento de la ciudadanía, de los derechos humanos y de la verdadera democracia”. Esta propuesta nos muestra a las claras de qué forma, el contexto y los imponderables situados, dan cabida y sentido a las bioéticas. Ahora bien, la Bioética latinoamericana, escasamente estudiada en centros de enseñanzas, sin embargo, es la más realista y necesaria en estos tiempos de inequidad y de injusticia social.

Si los anglosajones nos legaron una bioética liberal, individualista e instrumentalista, los latinoamericanos la hemos complementado con una visión abierta a la diversidad, a nuestras necesidades y muy especialmente, a la posibilidad de acceder juntos y juntas a una justicia social en su más amplio sentido. En resumen, existen diferentes definiciones y por ende, varias alternativas. Posiblemente la tarea académica por antonomasia sea, cribar y ponderar a la luz de las muchas realidades y de las posibles consecuencias, cada propuesta.

(*) Filósofo, investigador nivel I del Pronii y director de Posgrado de la UNA

jmsilverouna@gmail.com

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