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Se debe mejorar substancialmente la calidad del investigador y de la investigación, que se refiere a la producción de descubrimientos de gran impacto social, cultural o económico. Pero la cantidad de investigadores no garantiza éxito ni será de utilidad si no existe excelencia. Esto se logra solamente, por el momento, y con pocas excepciones, con una rigurosa formación en grandes centros, donde están los investigadores de alta capacidad creativa. Es sabido que aquellos alumnos que han estudiado con mentores científicos significativos también se convierten en investigadores significativos. Instituciones mediocres producen científicos mediocres.
Es lo que se pretende con el programa de Becas CAL (Carlos Antonio López), mediante un proceso de identificación y evaluación de los candidatos que hayan demostrado vocación investigativa en las ciencias o las tecnologías. Estos estudiantes deben reunir calificaciones mínimas que los harían aceptables en estas grandes universidades. ¿Cuáles serían los perfiles ideales de estos estudiantes? En primer término, que los recién graduados provengan de una universidad o instituto superior de cierto nivel donde exista programas de investigación. La mayoría de las universidades paraguayas son de docencia exclusiva y esta aún precaria, lo que representa una limitación para el inicio de la carrera de los científicos. Aquellas deben reformarse e introducir la investigación como una de sus funciones.
La excelencia de una universidad se mide por su nivel de investigación. De no ser así, se privará injustamente a sus alumnos calificados de motivarse o contagiarse hacia una carrera de investigador y obtener una beca. Se privará al país de alguna mente brillante con talento para descubrir. Porque en este país desde la edad escolar el sistema educativo vigente y sus maestros han sido y son de formación intelectual y lingüística subóptima, premodernos, sin imaginación ni creatividad científica ni tecnológica, favoreciendo ambientes de aprendizaje inadecuados donde se pierden las mejores mentes. Es doloroso mencionar el efecto deletéreo de una mala educación que produce lesiones irreversibles al intelecto. Paradójicamente, hemos tenido y tenemos a los mejores ministros en el área educativa.
¿Quién no sabe que nuestras vocaciones literarias o científicas nacieron fuera del aula? Es importante que los candidatos a las becas durante sus años de estudiante hayan participado junto a sus profesores en estudios de investigación. Que estos proyectos hayan sido presentados en congresos de su especialidad y o publicados en revistas locales o internacionales, idealmente en estas últimas. Que las revistas donde publican sean indexadas y sometidas al sistema de revisión por sus pares científicos independientes. Es decir las características de los interesados en ingresar a una universidad de investigación son aquellas que definen la actividad de un protocientífico, un científico en ciernes.
No es que de la nada aparece una vocación científica, justamente cuando existe un programa de becas con alta financiación. Ni que un alumno no preparado será admitido fácilmente en una universidad de investigación de nivel. Podrían ser elegibles estudiantes que aún no han publicado pero que estudiaron su grado en un ambiente académico y participaron de programas de investigación junto a sus mentores. Un buen estudiante que desee iniciar un programa de investigación y está fuertemente motivado hacia una disciplina, pero que no ha tenido la oportunidad ni la posibilidad de desarrollar su vocación por no existir grupos de mentores o de investigación en su universidad (lo que es frecuente en nuestro país), debe tener una oportunidad de iniciar una carrera de investigador.
Quizás demostrar en un ensayo su vocación de investigador. Los profesores deberían, ante la posibilidad de estas becas, preparar a sus mejores alumnos a estar calificados para el momento de solicitar admisión a una de las grandes universidades del mundo.
* Premio Nacional de Ciencias (2002)
Instituto de Patología e Investigación