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El proyecto de las obras de ensanchamiento de la Ruta VIII "Blas Garay", específicamente el tramo que atraviesa la zona urbana de Villarrica, no responde a una planificación vial y se aparta de la tendencia actual que apunta a la conservación de los espacios verdes en las ciudades. Los fondos (alrededor de 4.000 millones de guaraníes) serán aportados por la Gobernación del Guairá.
Pero, ¿qué justificación urbanística, económica y utilitaria tendrá la costosa obra? Hasta ahora, la Gobernación ha expuesto al público solo algunos detalles del proyecto. La ruta tendrá tres carriles. Un carril será habilitado en la zona media de la ruta, destinado a circulación rápida. Es justo admitir que hace falta ensanchar el acceso norte a la ciudad, a fin de facilitar el tráfico vehicular. También es necesario el mejoramiento de la ruta, en el tramo que cruza la ciudad.
Sin embargo, ¿cuál es la conveniencia de la destrucción de los espacios verdes que hay en medio de la ruta y sustituirlos por un carril de circulación rápida? Este punto es lo que cuestionamos.
La obra no responde a un plan global, sino a la arbitrariedad y el azar. Implicará, además, la separación del populoso barrio San Miguel del centro de la ciudad, ya que la vía pavimentada tendrá alrededor de 21 metros de ancho.
Con esta obra, solo se piensa en el tráfico automotor y se olvida a los peatones y cientos de carreros que deben cruzar la ruta cada día. Es más, en vez de arrasar con los espacios verdes para habilitar el carril central, la Gobernación hubiera usado esos recursos públicos para asfaltar varias calles empedradas, en el marco de un plan vial que responda a las necesidades del crecimiento poblacional de la ciudad.
Una inversión millonaria en época de crisis en una sola obra de dudosa utilidad es una decisión errónea.
Tendremos una "supercarretera" de 2.500 metros, mientras en otras áreas de la ciudad las calles seguirán en pésimo estado por falta de recursos.
cemartinez@abc.com.py
Pero, ¿qué justificación urbanística, económica y utilitaria tendrá la costosa obra? Hasta ahora, la Gobernación ha expuesto al público solo algunos detalles del proyecto. La ruta tendrá tres carriles. Un carril será habilitado en la zona media de la ruta, destinado a circulación rápida. Es justo admitir que hace falta ensanchar el acceso norte a la ciudad, a fin de facilitar el tráfico vehicular. También es necesario el mejoramiento de la ruta, en el tramo que cruza la ciudad.
Sin embargo, ¿cuál es la conveniencia de la destrucción de los espacios verdes que hay en medio de la ruta y sustituirlos por un carril de circulación rápida? Este punto es lo que cuestionamos.
La obra no responde a un plan global, sino a la arbitrariedad y el azar. Implicará, además, la separación del populoso barrio San Miguel del centro de la ciudad, ya que la vía pavimentada tendrá alrededor de 21 metros de ancho.
Con esta obra, solo se piensa en el tráfico automotor y se olvida a los peatones y cientos de carreros que deben cruzar la ruta cada día. Es más, en vez de arrasar con los espacios verdes para habilitar el carril central, la Gobernación hubiera usado esos recursos públicos para asfaltar varias calles empedradas, en el marco de un plan vial que responda a las necesidades del crecimiento poblacional de la ciudad.
Una inversión millonaria en época de crisis en una sola obra de dudosa utilidad es una decisión errónea.
Tendremos una "supercarretera" de 2.500 metros, mientras en otras áreas de la ciudad las calles seguirán en pésimo estado por falta de recursos.
cemartinez@abc.com.py