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Ante la aparición "casi por accidente" de unos documentos que provendrían de la pluma del general Patricio Escobar (presidente de la República entre 1886 y 1890), y determinados a que los mismos son legítimos e irrefutables, sus poseedores deciden publicarlos. No en uno, sino en varios libros; el primero de los cuales vería la luz la próxima semana. Enfrentados a lo que revelan dichas cartas o memorias, conocidas a través de crónicas y declaraciones de prensa, es razonable plantearse cuanto sigue:
1. Se hace un libro sobre documentos comprobados, no "para generar debate". Es lo que reclama la seriedad de la empresa editorial y la responsabilidad intelectual.
2. Si algún documento hallado contiene datos controversiales y dramáticamente opuestos a lo conocido y aceptado como verosímil, debería auditarse el mismo para la verificación de su autenticidad.
NO POR NOVEDOSO o INÉDITO, un documento se impone o descarta todo lo demás.
Antiguos hechos, nuevos protagonistas
En relación a los datos que consignaría el archivo olvidado en los anaqueles de la Academia Paraguaya de la Historia, y atenidos estrictamente a lo publicado en los últimos días por los medios, se impone apuntar algunas contradicciones, olvidos o errores sobre los personajes aludidos:
Patricio Escobar: al término de la guerra (1º de marzo de 1870) contaba con 26 años (cumplía 27 unas semanas más tarde) Y NO ESTUVO EN CERRO CORÁ. El Mariscal le asignó la custodia de un convoy de carretas y, junto al general Francisco Roa, se hallaba a la salida de la picada de Chirigüelo. Cuando los sucesos del 1º de marzo, Escobar todavía se encontraba en dicho sitio, como se menciona en el libro "Hace 100 años", de Efraím Cardozo, o en la misma biografía del Gral. Escobar escrita por el académico Víctor I. Franco. En estas dos publicaciones se relatan las circunstancias de la rendición del oficial paraguayo, una vez consumada la muerte de López.
Guillermo González. Ninguna crónica conocida lo ubica en Cerro Corá en el momento de los sucesos. Fue herido de tres disparos en Lomas Valentinas (21/27 de diciembre de 1868), cuando contaba con escasos 14 años de edad. Con Escobar cruzó el estero del Ypecua para llegar a Azcurra, promediando enero del año siguiente. Convaleció más de seis meses en dicho campamento (el mismo González califica de "milagroso" su restablecimiento). El último parte militar lo sitúa en la batalla de Piribebuy (12 de agosto de 1869) a las órdenes de Pedro Pablo Caballero. Tendría entonces 15 años, y bien se sabe que tras dicha batalla TODOS los sobrevivientes quedaron prisioneros de los brasileños.
Eduardo Vera. Se entregó junto al coronel Pedro Hermosa, tras la batalla de Caaguy Juru, el 18 de agosto de 1869. El hecho está reseñado en varios libros, todos coincidentes con el dato. Y no se sabe de ningún ex prisionero que a esas alturas de la guerra haya vuelto a insertarse en el ejército paraguayo, debido a que la deserción era por entonces generalizada y los aliados se habían instalado ya en Asunción.
Alférez Cándido Silva. Con el grado de Sargento de Tropa, su trompeta anunció la victoria de Curupayty, el 22 de setiembre de 1866. Los "papeles de Escobar" podrían aludir al alférez Victoriano Silva, ayudante del coronel Luis Caminos (Ministro de Guerra) que, efectivamente, estuvo en Cerro Corá. El 1º de marzo de 1870, el trompa Cándido Silva se encontraba cultivando su chacra en Luque.
Juan Crisóstomo Centurión. Fue herido en los primeros entreveros generados por el ataque aliado a Cerro Corá, de un disparo en la mejilla. El proyectil le atravesó la lengua y era difícil que en tales condiciones pudiera ser partícipe de ningún hecho parecido. Ni en sus propias "Memorias..." Centurión comenta el suceso relatado en los "papeles de Escobar". Es más; devueltos a la vida civil tras la finalización de la guerra, ESCOBAR LE CONSULTA A CENTURIÓN sobre algunos hechos de la contienda (ver biografía del general Escobar).
Conclusión
En fin, el tropel de 15.000 hombres de caballería brasileños bien armados contra 415 paraguayos famélicos, débiles y desarmados no permitiría una situación como la comentada en dichos papeles. La masacre de Cerro Corá, mal llamada "batalla", había durado 15 minutos. Los atacantes reportaron solo siete heridos leves y la única culpa que afrontaban por ese hecho era que habían asesinado a un Jefe de Estado que, aun agonizante, se negó a la rendición.
Ahora resulta que ni siquiera fueron ellos...
1. Se hace un libro sobre documentos comprobados, no "para generar debate". Es lo que reclama la seriedad de la empresa editorial y la responsabilidad intelectual.
2. Si algún documento hallado contiene datos controversiales y dramáticamente opuestos a lo conocido y aceptado como verosímil, debería auditarse el mismo para la verificación de su autenticidad.
NO POR NOVEDOSO o INÉDITO, un documento se impone o descarta todo lo demás.
Antiguos hechos, nuevos protagonistas
En relación a los datos que consignaría el archivo olvidado en los anaqueles de la Academia Paraguaya de la Historia, y atenidos estrictamente a lo publicado en los últimos días por los medios, se impone apuntar algunas contradicciones, olvidos o errores sobre los personajes aludidos:
Patricio Escobar: al término de la guerra (1º de marzo de 1870) contaba con 26 años (cumplía 27 unas semanas más tarde) Y NO ESTUVO EN CERRO CORÁ. El Mariscal le asignó la custodia de un convoy de carretas y, junto al general Francisco Roa, se hallaba a la salida de la picada de Chirigüelo. Cuando los sucesos del 1º de marzo, Escobar todavía se encontraba en dicho sitio, como se menciona en el libro "Hace 100 años", de Efraím Cardozo, o en la misma biografía del Gral. Escobar escrita por el académico Víctor I. Franco. En estas dos publicaciones se relatan las circunstancias de la rendición del oficial paraguayo, una vez consumada la muerte de López.
Guillermo González. Ninguna crónica conocida lo ubica en Cerro Corá en el momento de los sucesos. Fue herido de tres disparos en Lomas Valentinas (21/27 de diciembre de 1868), cuando contaba con escasos 14 años de edad. Con Escobar cruzó el estero del Ypecua para llegar a Azcurra, promediando enero del año siguiente. Convaleció más de seis meses en dicho campamento (el mismo González califica de "milagroso" su restablecimiento). El último parte militar lo sitúa en la batalla de Piribebuy (12 de agosto de 1869) a las órdenes de Pedro Pablo Caballero. Tendría entonces 15 años, y bien se sabe que tras dicha batalla TODOS los sobrevivientes quedaron prisioneros de los brasileños.
Eduardo Vera. Se entregó junto al coronel Pedro Hermosa, tras la batalla de Caaguy Juru, el 18 de agosto de 1869. El hecho está reseñado en varios libros, todos coincidentes con el dato. Y no se sabe de ningún ex prisionero que a esas alturas de la guerra haya vuelto a insertarse en el ejército paraguayo, debido a que la deserción era por entonces generalizada y los aliados se habían instalado ya en Asunción.
Alférez Cándido Silva. Con el grado de Sargento de Tropa, su trompeta anunció la victoria de Curupayty, el 22 de setiembre de 1866. Los "papeles de Escobar" podrían aludir al alférez Victoriano Silva, ayudante del coronel Luis Caminos (Ministro de Guerra) que, efectivamente, estuvo en Cerro Corá. El 1º de marzo de 1870, el trompa Cándido Silva se encontraba cultivando su chacra en Luque.
Juan Crisóstomo Centurión. Fue herido en los primeros entreveros generados por el ataque aliado a Cerro Corá, de un disparo en la mejilla. El proyectil le atravesó la lengua y era difícil que en tales condiciones pudiera ser partícipe de ningún hecho parecido. Ni en sus propias "Memorias..." Centurión comenta el suceso relatado en los "papeles de Escobar". Es más; devueltos a la vida civil tras la finalización de la guerra, ESCOBAR LE CONSULTA A CENTURIÓN sobre algunos hechos de la contienda (ver biografía del general Escobar).
Conclusión
En fin, el tropel de 15.000 hombres de caballería brasileños bien armados contra 415 paraguayos famélicos, débiles y desarmados no permitiría una situación como la comentada en dichos papeles. La masacre de Cerro Corá, mal llamada "batalla", había durado 15 minutos. Los atacantes reportaron solo siete heridos leves y la única culpa que afrontaban por ese hecho era que habían asesinado a un Jefe de Estado que, aun agonizante, se negó a la rendición.
Ahora resulta que ni siquiera fueron ellos...