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Siempre habrá una foto –propia o ajena– que llamará la atención y nos comunicará algo que a veces, con suerte, el tiempo nos da una respuesta de por qué nos ha cautivado. Eso pasó con la foto de la conferencia de prensa que sucedió al estreno del filme “Las Herederas”, ópera prima del cineasta compatriota Marcelo Martinessi, en el festival internacional de cine Berlinale, en Berlín, Alemania, que cerró ayer. Del set que llegó de las agencias noticiosas hubo una por demás cautivante. Era ella, Ana Brun, rompía en llanto de la emoción y con los ojos llorosos de alegría era retratada mientras contaba su experiencia en el film. Ese día había dicho que su papel en la película era arrancado de su propia vida. Con su actuación –y sus declaraciones– ese día se robaba el corazón de la crítica internacional y se colocaba como firme candidata a llevarse un premio. Ella, una abogada de profesión que siempre soñó con actuar, tuvo por fin su oportunidad de estrenarse como actriz en esta película.
Siguiendo con la descripción de aquel retrato, a la izquierda del rostro de Ana se dibujaba sutilmente un corpóreo pequeño en forma de oso; logo del trofeo que se llevan los ganadores de este festival fílmico.
Ayer a la tarde se confirmaba lo que todos los “hinchas” locales de “Las Herederas” veníamos especulando: Ana Brun se alzaba con el Oso de Plata a la mejor actuación de todo el festival de cine que tuvo en competencia a 19 filmes internacionales. Así, esta mujer ingresó al Olimpo de las actrices portando nada más y nada menos su estatuilla, dedicada a todas las mujeres paraguayas.
Y otra vez la vimos con los ojos llorosos y otra vez de felicidad pero ahora, la imagen del oso traspasó el umbral de la sutileza y era una realidad que la colocaba a ella y a Paraguay en el centro de la gran fiesta fílmica. Y como si fuera poco, “Las Herederas” también ganó el Oso de Plata “Alfred Bauer”, como película que abre nuevas perspectivas.
No es que le atribuya el premio a la interpretación que le damos a una fotografía.
El mérito de Brun es de ella, pero es lindo saber que las imágenes nos abren puertas a mundos inimaginables o cuanto menos impensables.
En una fotografía se transmite la fuerza de un mensaje, en este caso la potencia de Ana imprimió en su protagónico contando la historia de una mujer luchadora que pese a las adversidades económicas y sociales (una lesbiana entrada en años en una sociedad conservadora) buscó dar un giro a su vida y salir adelante.
Eso que hacemos todos nosotros todos los días, enfrentar la vida, sortear obstáculos y celebrar nuestras victorias.