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Desde hace décadas, los recursos pesqueros del río Tebicuarymí son afectados por la contaminación con desechos industriales, así como por el uso de explosivos y redes de malla fina. Y pocas veces, las autoridades competentes en el tema han demostrado alguna preocupación por frenar la irracional depredación de la fauna acuática.
A nadie se les escapa que algunos pescadores furtivos vienen causando estragos en el río Tebicuarymí al matar indiscriminadamente los peces en cualquier época del año. Se usan explosivos de fabricación casera, lo cual es sumamente nocivo para la población ictícola.
A pesar de que esas prácticas irracionales están prohibidas por las leyes nacionales, los pescadores furtivos gozan de total impunidad. Resulta llamativo que tanto las fuerzas policiales del Guairá, como de la Fiscalía del Ambiente y la Secretaría del Ambiente, nunca saben y pudieron identificar a los autores y cómplices de esos verdaderos atentados contra los recursos naturales del Tebicuarymí.
Sin embargo, resulta difícil creer que el servicio de inteligencia policial no tenga datos ciertos sobre la actividad delictiva desplegada por ciertos pescadores. El estruendo que produce la explosión de las bombas caseras en el agua se puede escuchar desde más de 1.000 metros. No se puede utilizar la carga explosiva a escondidas.
Recientemente, hubo una gran mortandad de peces en las aguas del río Tebicuarymí. Esta vez, la investigación se orienta hacia algunos funcionarios de la fábrica alcoholera de Petropar, quienes, supuestamente, han derramado algunos efluentes al cauce hídrico. En este caso, algunos políticos de la zona están más interesados en desplazar del cargo a los sospechosos que en la preservación del río.
Es necesario que las autoridades apliquen la ley con severidad no importando quiénes sean los infractores, de lo contrario la fauna ictícola de este río desaparecerá.
A nadie se les escapa que algunos pescadores furtivos vienen causando estragos en el río Tebicuarymí al matar indiscriminadamente los peces en cualquier época del año. Se usan explosivos de fabricación casera, lo cual es sumamente nocivo para la población ictícola.
A pesar de que esas prácticas irracionales están prohibidas por las leyes nacionales, los pescadores furtivos gozan de total impunidad. Resulta llamativo que tanto las fuerzas policiales del Guairá, como de la Fiscalía del Ambiente y la Secretaría del Ambiente, nunca saben y pudieron identificar a los autores y cómplices de esos verdaderos atentados contra los recursos naturales del Tebicuarymí.
Sin embargo, resulta difícil creer que el servicio de inteligencia policial no tenga datos ciertos sobre la actividad delictiva desplegada por ciertos pescadores. El estruendo que produce la explosión de las bombas caseras en el agua se puede escuchar desde más de 1.000 metros. No se puede utilizar la carga explosiva a escondidas.
Recientemente, hubo una gran mortandad de peces en las aguas del río Tebicuarymí. Esta vez, la investigación se orienta hacia algunos funcionarios de la fábrica alcoholera de Petropar, quienes, supuestamente, han derramado algunos efluentes al cauce hídrico. En este caso, algunos políticos de la zona están más interesados en desplazar del cargo a los sospechosos que en la preservación del río.
Es necesario que las autoridades apliquen la ley con severidad no importando quiénes sean los infractores, de lo contrario la fauna ictícola de este río desaparecerá.