Al margen de la ley

“Anomia” es un vocablo griego que, en el ámbito de las ciencias sociales, alude a la situación de una sociedad sin “nomos”, que en la antigua Grecia no eran solamente las normas, fueran estas jurídicas o morales, sino también los lazos que unen a la gente, tales como las costumbres, los patrones de comportamiento correcto y los modos establecidos de convivencia entre los miembros del grupo. Cuando se diluyen los “nomoi” (plural de “nomos”) en una sociedad, se produce un estado de pérdida de la credibilidad y de la confianza entre las personas y una sensación difusa de falta de sentido de la vida de cada uno y de impotencia frente a una sociedad caótica. Estos “nomoi”, en su sentido amplio, son, en definitiva, los que ordenan las sociedades y su carencia trae aparejada, en situaciones extremas, la desintegración social.

Cargando...

Pues bien, la existencia en la sociedad paraguaya de una pronunciada disposición a actuar al margen de las normas resulta bastante fácil de percibir. En verdad, es recurrente en ella la tendencia a la anomia. Esa tendencia se manifiesta de modos muy diversos en nuestra vida social e institucional, modos que van desde la mera violación de normas de tránsito, pasando por la violación de importantes normas sanitarias, medioambientales, urbanísticas, edilicias, administrativas y tributarias, hasta alcanzar, incluso, graves violaciones de normas constitucionales.

Mucho me temo, sin embargo, que el fenómeno se halla extendido en toda América Latina. En México, en la introducción de un libro que lleva el sugestivo título “A la puerta de la ley”, editado por Héctor Fix-Fierro, se dice: “No es casualidad que los mexicanos veamos a la ley como algo relativo, siempre sujeto a vaivenes y cambios según soplen los vientos. México cuenta con leyes, pero no es un cabal Estado de derecho”. En el otro extremo del continente, en la Argentina, en su libro “Un país al margen de la ley”, Carlos Nino escribió: “Quisiera llamar la atención sobre un fenómeno social que generalmente no es incluido entre los factores que generan involución económica y social de la Argentina. Me refiero a la tendencia recurrente de la sociedad argentina, y en especial de los factores de poder –incluidos los sucesivos gobiernos–, a la anomia en general y a la ilegalidad en particular, o sea, a la inobservancia de normas jurídicas, morales y sociales”.

Aunque la inobservancia de normas es inevitable como fenómeno social, se ha advertido en los estudios clásicos sobre la anomia que los períodos recurrentes de desviación se deben a coyunturas sociales específicas. En particular, el nivel y el carácter de la desviación dependen del grado en que los miembros de una sociedad pueden lograr objetivos culturales vigentes en esa sociedad (como el éxito económico, por ejemplo) a través de mecanismos institucionalizados (como el desempeño laboral basado en la producción y el esfuerzo, por ejemplo). La hipótesis central a este respecto es que la conducta anómala puede considerarse como un síntoma de disociación entre las aspiraciones culturales prescriptas y los caminos socialmente estructurados para llegar a dichas aspiraciones. Esta idea de que la anomia se genera a partir de una disociación entre ciertos fines culturales y las normas sociales que establecen procedimientos para alcanzar esos fines resulta particularmente interesante porque permite distinguir diferentes tipos de comportamientos respecto de las normas.

La tendencia anómica detectada en la sociedad paraguaya se exhibe, por cierto, en ámbitos muy diversos de la actividad económica, del funcionamiento de la administración pública, de la práctica política y de la vida social cotidiana. Fenómenos como la economía informal, la evasión impositiva, la corporativización de la economía, la inestabilidad política, la inseguridad jurídica y la corrupción, entre otros, hacen de la sociedad paraguaya una sociedad al margen de la ley.

dm@danielmendonca.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...