Agosto y la superación
En la tradición folclórica paraguaya agosto es un mes aciago, hay que cuidarse de no morir, de dejarse matar. Se atribuye la razón de los nervios y el malhumor al tiempo seco y ventoso de la época previa a la primavera. Se dice que la sangre está más espesa y para mejorar la circulación se consume “carrulim” (fuerte compuesto de caña, ruda y limón) a modo de prevención. Esta costumbre continúa prendiendo hondamente en el sector popular y está bien que así sea. Pero es época propicia no solo para cuidarnos de los demás sino también para cuidar a los otros de nosotros. La autocrítica es un examen pendiente para la mayoría. En los post y comentarios de las redes puede verse con frecuencia cómo el lector toma las críticas o consejos y los aplica al vecino, no a él. Somos rápidos para culpar y lentos para revisar, ajustar o actualizar nuestros mecanismos de superación personal. Incluso hoy día la agresión se confunde con la capacidad o valentía para decir lo que se siente. Quien se reconoce antes de levantarse cada día, sabe que no se puede entrar al mundo diario con un enfado contra todo/s. Amansar a la bestia que llevamos dentro es posible, hay métodos, terapias, alimentos. Diferenciemos qué significa tener carácter y personalidad de las enfermedades emocionales u otras graves que, ciertamente en agosto y los demás meses del año, se activan al más mínimo roce. El sistema actual de relacionamiento, las políticas vigentes hacen aún más alterable el estado psicológico de las personas. Si la vida familiar nunca fue fácil, menos lo será fuera de sus murallas. Mustafá Kemal, el estadista turco, tenía una frase sencilla y completa: “Paz en el hogar, paz en el mundo”, tratemos de que así sea.
03 de agosto de 2015 - 21:08
No en balde el 1 de agosto también es el día de la Pachamama, en quechua y aymara “pacha” significa cosmos, universo, tiempo, espacio, y “mama”, madre, en perfecta armonía con el mes en que los católicos celebran la importancia del matrimonio y la familia. Tal como este concepto multiplicador de vida, que todavía convoca a pueblos aborígenes a los ritos y ofrendas a la tierra, proveedora de la subsistencia y fertilidad, así hemos de pensarnos individualmente como tierra fértil donde la labor es sembrar para cosechar. Tomemos de la tierra su ejemplo de multiplicación, generosidad, paciencia y templanza. Bajo la influencia del budismo Zen, los japoneses saben llevar, a la par de la tecnología futurista, el amor a la naturaleza a través del arte del bonsái: eliminando y podando meticulosamente los brotes que no deben ser.
En este mes también existen otras festividades; en Ecuador, por ejemplo, es el mes de las artes populares, otro canal para expresar nuestros sentimientos de manera valedera, pensada y trabajada.
Finalmente, leemos, también es el mes de los gatos, inspiración natural que podemos aplicar sobre nosotros mismos: animal mitad salvaje, mitad doméstico, que sabe cómo sacar provecho del buen amor retribuyendo lo justo (y un poquito menos) sin perder su libertad.
“Agosto./Contraponientes/De melocotón y azúcar,/Y el sol dentro de la tarde,/Como el hueso en una fruta/La panocha guarda intacta,/Su risa amarilla y dura./ Agosto./Los niños comen/Pan moreno y rica luna.” (F. García Lorca).
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