Adaptarse y sobrevivir

Algo del origen de las especies y la selección natural en la evolución biológica de la humanidad (Darwin dixit) puede aplicarse a nuestra realidad política: sobreviven los que mejor se adaptan a los cambios que se producen en nuestra azarosa convivencia pública. En la actual lucha proselitista interna de los partidos, los futuros votantes intentan olfatear con acierto quién podría ganar para subir con antelación a la carroza triunfadora.

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Esta práctica darwiniana empezó a darse en nuestro país solo tras la caída de la dictadura y la lenta transición a la democracia, donde hace su aparición la incertidumbre con respecto a los resultados electorales. Al existir la posibilidad de alternancias y cambios en las riendas del poder, muchos ciudadanos evalúan las chances de los grupos para anticipar su adhesión a los futuros triunfadores.

Esto puede verse, sobre todo, en los dos grandes partidos tradicionales, cuyos principales líderes y candidatos asumen ante la opinión pública el carácter de indudables ganadores, a fin de generar el efecto arrastre entre los dubitativos y los pescadores en río revuelto.

En las carpas coloradas, no hay una apuesta fácil. Los cartistas cuentan con que la mayor parte de los numerosos funcionarios públicos se unirán al equipo que ya está en el Gobierno para seguir gozando de las mieles del poder. Los marioabdistas, por el contrario, dan por hecho la adhesión de miles de empleados estatales y ciudadanos sin cargos públicos que no están conformes con la gestión de Cartes y que, en consecuencia, darán su apoyo a los candidatos disidentes.

Tanto en uno como en otro bando, subsiste la ley de adaptarse y sobrevivir pues, en un porcentaje importante, el voto no mira al presente, sino que estará dirigido al futuro, hacia cómo piensan los sufragantes que les podría ir mejor.

Los distintos partidos que integran la alianza opositora operan también con la vista puesta hacia un mañana en donde tendrán cuotas del poder, con los consiguientes beneficios. Muchos opositores, por ahora, subsisten como pueden, con grandes desventajas con relación a los políticos oficialistas. Justamente, por ser los más débiles hoy, quieren pasar a ser los más fuertes mañana.

La “presunción de victoria” desempeñará un papel decisivo si los candidatos llegan a las internas coloradas con pronóstico de empate técnico. Si las votaciones se realizan en un clima de normalidad y transparencia, como esperamos que lo sean, la incertidumbre de muchos ciudadanos será reemplazada por una decisión final, y ahí se sabrá si la mayoría prefiere que las cosas continúen como están o si desea un cambio obligado por la demanda de una mejor subsistencia.

La infraestructura y los recursos que otorga el poder tienen un indudable peso en los procesos electorales, pero coexisten con otros factores igualmente importantes como la satisfacción de la ciudadanía con la gestión gubernamental y la presunción de que con un cambio las cosas podrían estar mejor.

Cualquiera sea el dictamen de las urnas, la gente se adaptará para seguir subsistiendo lo mejor posible acorde a las condiciones reinantes.

ilde@abc.com.py

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