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Las violaciones a los derechos humanos, los presos y exiliados políticos, emplear el sistema de justicia como instrumento de represión, la corrupción, el fraude, la comisión de delitos de Estado, narcotráfico, abusos de poder e impunidad para aplicar las leyes en Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua son tan evidentes que los ciudadanos de las democracias se preguntan por qué sus presidentes, cancilleres y embajadores callan. Ellos observan a sus gobiernos indiferentes, complacientes, cómplices o atemorizados ante el sistema dictatorial del Socialismo del Siglo XXI (SSXXI).
Pero acaso lo más grave de todo eso sea no entender que el sistema del SSXXI es una amenaza real a la estabilidad de todos los gobiernos democráticos. Los presidentes de las democracias de la región que prefieren adoptar una relación de “amiguismo” y discreta subordinación, se hacen cómplices de las dictaduras.
En la declinación y crisis irreversibles del SSXXI existen datos importantes como la recuperación democrática de Argentina con la derrota de Kirchner, el triunfo de la oposición y posterior control de la Asamblea Legislativa en Venezuela, el cambio de gobierno en Brasil, la continuidad democrática en Perú, la derrota de Evo Morales en el referéndum del 21F de 2016 en Bolivia; el informe del Secretario Almagro en la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre Venezuela que activó la Carta Democrática Interamericana; el destape de la corrupción del Foro de Sao Paolo con el escándalo Odebrecht; el triunfo del pueblo ecuatoriano sobre el fraude electoral que llevará a una segunda vuelta electoral el próximo mes de abril, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al recibir a la esposa del preso político Leopoldo López, como muestra de interés en el asunto.
Pero estos avances resultan insuficientes o están incompletos, porque la región continúa dividida en “dos Américas”: la democrática y la dictatorial. Para recuperar la democracia es necesario que el compromiso original del presidente Macri y del presidente Kuczynsky, y las expresiones de interés del presidente Donald Trump, por la libertad de los presos políticos venezolanos y la recuperación de la democracia, sean efectivas con el apoyo de todos los presidentes de la región haciendo operativa la Carta Democrática Interamericana y respaldando al Secretario General de la OEA con mayoría de votos.
Debe reconocerse que, además de Venezuela, hay presos y exiliados políticos del Ecuador y Bolivia y que los jueces terminaron con la “oposición real” y la “libertad de prensa” en dichos países y también en Nicaragua; explicar que la base de la permanencia en el poder de Castro, Maduro, Correa, Morales y Ortega es la violación del Estado de derecho, la suplantación constitucional y la violencia institucionalizada por “leyes infames”, con “sentencias infames” y “jueces verdugos” del sistema castrista de control social basado en el miedo y las amenazas.
La dictadura cubana no puede seguir ejerciendo el liderazgo de Latinoamérica negociando “estabilidad a cambio de tolerancia”. Los países del Petrocaribe no deben continuar con la vergonzosa entrega de sus votos al liderazgo castrista en la OEA y la ONU, a cambio del petróleo venezolano.
La región no puede seguir inundada de cocaína, incrementando el consumo de droga ni la peligrosidad criminal, formación, sostenimiento de pandillas y lavado de dinero por la política narco que tiene como eje a los gobiernos de Venezuela, Bolivia y a las FARC con la “mediación” de Cuba y la participación del Ecuador y Nicaragua. No puede aceptarse que para evitar una guerrilla o un alzamiento social o armado organizado por el castrismo deba tolerarse el oprobio dictatorial en Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Ni tampoco soslayar las conexiones del SSXXI con el terrorismo de origen islámico.
Urge garantizar la transparencia en la segunda vuelta electoral del Ecuador y revisar el fraude electoral de la primera vuelta en cuanto a la dudosa mayoría oficialista alcanzada en la Asamblea. Deben conocerse –y ser publicados– los nombres de quienes recibieron sobornos en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba vinculados al caso “Lava Jato” de las 15 empresas brasileras y no solamente nombrar a Odebrecht. Porque el secretismo, con pretexto de investigación, compromete a los gobiernos democráticos.
Los dictadores deben saber que cuanto más porfíen en permanecer indebidamente en el poder más lejos estarán de conseguir la impunidad que buscan. Estas, entre otras muchas, son acciones concretas y urgentes que los presidentes democráticos de los países americanos deben a sus pueblos, a sus principios y al sistema que los legitima.
[©FIRMAS PRESS]
* Abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy