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En varias de sus presentaciones, el ministro de Salud insistió en que debemos aprender a vivir en “modo coronavirus”, esto implica, según las disposiciones sanitarias, mantener el distanciamiento físico, lavarnos frecuentemente las manos, desinfectar todo lo que vaya a entrar a nuestras casas y utilizar las mascarillas protectoras.
Es decir, cuidarnos todos los días como si el virus estuviese circulando al lado nuestro.
El ministerio sintetiza así a la idea de vivir en “modo coronavirus” para resumir la serie de cuidados y protocolos que debemos seguir para minimizar el riesgo de contagiarnos del virus sars-cov-2 y desarrollar su enfermedad, el covid-19.
Apelando a la figura utilizada por el ministerio me gustaría agregarle otro punto de vista.
Así como durante esta cuarentena algunas personas han exhibido lo peor de sí mismas, hay muchísimas más que han sacado lo mejor de ellas.
Desde la solidaridad hacia el semejante, hasta el interés y control ciudadano por lo público.
Se han organizado ollas populares, campañas de donación, festivales virtuales benéficos y muchas otras formas de ayuda de personas, que en un gran número han preferido el anonimato, por aquello de que la verdadera solidaridad es discreta y respetuosa.
La cuarentena también ha logrado que nos involucremos más activamente en la educación de nuestros hijos y que miremos la calidad del tiempo que compartimos con ellos.
Ha hecho además que valoremos todos aquellos pequeños momentos de encuentros con la familia y los amigos, para entender que lo verdaderamente importante de la vida pasa por allí.
El confinamiento nos mostró que también somos capaces de exigir a quienes nos gobiernan que gasten mejor el dinero que es de todos, recortando privilegios y beneficios injustificados, tratando de compensar a aquellos servidores que se lo merecen.
Esta cuarentena se ha llevado consigo también a una senadora, al presidente de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil, a la presidenta de Petróleos Paraguayos y, por ahora, a 3 altos directores del Ministerio de Salud; por diversos escándalos que fueron desde exponer irresponsablemente al contagio a otras personas hasta llevar adelante sospechosos procesos de compras en los que el Estado generalmente sale perdiendo.
El encierro nos unió también en el repudio al abominable delito de usurpación de identidad para robar información privada a un diputado y dos comunicadores, con la intención de amedrentar a quienes vienen denunciando fraudes con el dinero público.
Nos mostró también que el Estado debe existir para auxiliar a los más vulnerables en una crisis y que es obligatoria su intervención para evitar la miserabilidad de los especuladores con productos de primera necesidad.
Este modo coronavirus expuso que es posible tener un mejor servicio de transporte público, un poco más cómodo e higiénico, y que el gobierno también puede y debe controlar el cumplimiento de los derechos y obligaciones laborales.
La cuarentena nos demostró además que las cámaras del Congreso pueden sesionar rápidamente para tratar temas importantes si existen control y movilización ciudadana.
No es mala idea entonces tratar de vivir siempre en modo coronavirus.
Depende única y exclusivamente de nosotros que lo intentemos.