Ciencia y fe ante la resurrección

La ciencia que estudia e investiga la fe se llama teología. Aunque la etimología interprete la palabra teología como tratado o ciencia sobre Dios y aunque algunos piensen que a eso se dedica la teología, la verdad es que la teología trabaja sobre la fe de los humanos. Dios no puede ser objeto de la ciencia, porque no es observable ni medible, en cambio las expresiones de la fe observables y medibles sí pueden ser y son objeto de la ciencia.

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Estoy hablando de la fe trascendental, la fe religiosa, la que nos religa con el Ser al que llamamos Dios. Porque los humanos ejercemos constantemente la fe en otras personas e instituciones a las que creemos porque nos inspiran confianza y sin un mínimo de confianza y fe, la vida humana sería inviable. Todos necesitamos de otros, porque nadie es totalmente autónomo.

La fe trascendental, la fe en Dios y la ciencia no se oponen, son compatibles y se complementan. La ciencia goza merecidamente de prestigio porque con el esfuerzo y la inteligencia de los científicos aportan a la humanidad conocimientos, que junto con las tecnologías contribuyen al desarrollo humano, el bienestar y la calidad de vida. Mientras la ciencia se ocupa fundamentalmente de cómo es la realidad y qué podemos aprovechar de ella, la fe explora su significado, su sentido y finalidad, el por qué y el para qué último, como diría Viktor Frank.

Que ciencia y fe son compatibles y se complementan se ha hecho y se hace evidente en la cantidad de científicos importantes que han sido y son fieles a su religión, por ejemplo en el cristianismo occidental, en el judaísmo, el islamismo y en las grandes religiones de oriente.

Despreciar o ridiculizar la fe contraponiéndola a la ciencia no tiene sentido, ni parece razonable. Es realidad observable y medible que actualmente hay en el mundo 4.200 religiones, de las cuales las cinco más numerosas (cristianismo que incluye a los 1.300 millones de católicos, islamismo, budismo, hinduismo y judaísmo) suman 6.850 millones de creyentes. No sé cuánto suman los creyentes de las otras 4.195 religiones sin duda son muchas y mucho debe ser su total de creyentes. ¿Tiene valor científico ignorar o despreciar la fe y religión de tantos miles de millones de seres humanos de todas las razas y culturas? ¿Tener fe y religión es cosa de ignorantes y poco inteligentes desactualizados? Tener o no tener religión es opción libre, sobre todo en democracias auténticas, que exigen para la convivencia armónica y la paz el respeto a todas las opciones.

Albert Einstein, eminente científico en la historia de la humanidad, escribió un artículo en la revista del diario New York Time, en Noviembre de 1930, con el título “Religión and Science”, en el que entre otras interesantes ideas dijo: “La ciencia sin religión es coja, la religión sin ciencia es ciega”. Para Einstein ambas tienen algo importante que aportar y ambas se necesitan y complementan.

Para los cristianos la resurrección de Jesús de Nazaret es un hecho de trascendencia definitiva. San Pablo dijo claramente a los Corintios: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”. (1Cor 15,14). Por eso los cristianos le han pedido ayuda a la ciencia con tres preguntas: sobre la historicidad de los hechos, sobre la credibilidad de los testigos y si en la naturaleza hay algo semejante que aproxime a la verosimilitud. Las dos primeras preguntas se han repetido a través de los siglos .y siempre las respuestas positivas han sido contundentes (la bibliografía es abundante).

Sobre transformaciones maravillosas tras la muerte en la naturaleza, la ciencia confirma la metáfora de Jesús, cuando refiriéndose a su muerte y resurrección dijo: “Si el grano de trigo no muere no da fruto”. Efectivamente el grano de trigo solamente cuando es enterrado y se desintegra, se convierte en planta con espigas y cientos de granos.

Nosotros podemos añadir otra metáfora. El gusano, que se arrastra por la tierra solamente cuando se entierra en su propio capullo y muere, se transforma en bella mariposa con alas coloridas que vuela y se posa en las flores. Se cumple lo que dijo Einstein: “Nada se destruye, todo se transforma”.

jmonterotirado@gmail.com

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