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En cuanto a otros proyectos, como es el caso del acueducto que tiene ya ¡seis años de atraso!, gran porcentaje de la población observa desde cierta distancia atendiendo a los inconvenientes presentados en la primera etapa.
Realmente poca gente continúa esperando con interés la finalización del acueducto, teniendo en cuenta también que durante décadas se desarrollaron diferentes tecnologías locales de captación y almacenamiento de agua de lluvias para resolver de alguna manera la sobrevivencia y el desarrollo agropecuario en la Región Occidental.
Actualmente, existe un florecimiento de la horticultura en la zona y el desarrollo de la piscicultura también ya es posible.
El manejo del agua en el Chaco tiene mucha tradición, pero cuando no hay precipitaciones pluviales, cuando se registra una sequía prolongada de diez o más meses, la situación se vuelve crítica porque quedan sin agua los aljibes caseros, así como los tajamares de infiltración y extracción de aguas acumuladas de lluvias.
Es por eso que la construcción del acueducto es considerada una obra necesaria y prudente, pero no es un proyecto fundamental.
Diferente es la situación con la reconstrucción de la Ruta Transchaco. La gran mayoría de los chaqueños han sufrido golpes de los vehículos con daños materiales como consecuencia, algunos accidentes fatales, imposibilidad de cumplir horarios y otros inconvenientes generados por la desastrosa condición de la vía.
Por eso, una obra de reconstrucción de mala calidad para la rehabilitación de la Ruta Transchaco no será acompañada por la población como simple espectador, como sucede en el caso del acueducto. Con toda seguridad la comunidad chaqueña se involucrará porque es el afectado directo del mal estado de la vía y será el beneficiado directo cuando se lleve a cabo la reconstrucción.
Considerando el panorama que se presenta, sería muy prudente que el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) considere muy en serio las obras de reconstrucción y que garantice el cumplimiento del diseño y cronograma de trabajos previstos, así como las promesas de “bache cero”. Es decir, que los contratistas mantengan en buen estado la vieja calzada, mientras hacen la duplicación de la ruta; eso se debe cumplir desde el inicio.