Cargando...
Decirse “de la gente” y no tener ya legitimidad en el pueblo, es casi una explosión. Con la inseguridad al tope, por casos violentos y fuertes, con una admitida “retracción económica”, con un costo de vida cada vez más caro, con el país en llamas, así llegó Octubre.
El primer día del mes fue un auténtico infierno, el viento norte desalentaba cualquier posibilidad de optimismo, decir la temperatura al aire desde la radio ya era violencia. En la vorágine folclórica del día, miles de paraguayos llevaban a su boca pesadas cucharadas de un guiso de porotos enriquecido con proteínas de chancho, la incomodidad parecía orquestada. Llegó con fuego el mes, desde la burbuja asunceña los incendios chaqueños eran distantes y ajenos, pero las llamas llegaron a nuestras narices y ahí recién pillamos que nos estábamos quemando.
Asesorado, Mario Abdo, fue hasta el Parque Guasu y sintió la peor reacción, aquella que necesitan los gobernantes para tomar conciencia que no siempre las verdades que les cuentan los miembros de sus más cercanos anillos, son la verdad real, la que siente la gente.
En medio de la desesperación por el fuego que tanto costó controlar, al Presidente le pasan un teju malherido, ¿Por qué le pasaron un teju? Es difícil de entender, hubiese sido mejor que baje del auto con un extinguidor o vestido de amarillo o con botellas de agua, lo que sea, pero no. Fue desprovisto y lo primero que tuvo a mano fue ese pobre animal chamuscado. Perdido, pésima imagen para un mandatario en una situación extrema, sin saber que decir, con el lagarto en la mano, escuchó que le espetaban “No ves que está quemado”, no era una pregunta, Abdo, todavía más perdido, con el rostro desencajado, respondió: “¿Dónde está quemado?”, hubiese sido un chiste de Mario Abdo, pero ya no da risa lo que en tiempos de la dictadura de Stroessner causaba gracia por ser una pequeña manera de revelarse ante la censura. Harta, cansada, irascible y resignada, la mujer del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, la misma que antes le había hablado, con impaciencia terminó la escena preguntando: ¿No ves que está todo dañado?” La humareda parecía polvo de ángeles comparando con la vergonzosa tensión que marcó el final de la escena. Con dramatismo podemos decir que la voz de esa mujer es la voz de miles de paraguayos que hoy, no solamente están desilusionados por la tibia gestión presidencial, sino que están cansados de ver como el país, literal y metafóricamente arde en llamas sin que Mario Abdo sepa cómo reaccionar.
El teju, me decían el viernes en una entrevista, agoniza en la Facultad de Veterinaria de la UNA, tenerlo de mano en mano no fue la mejor idea, necesitaba otro tipo de cuidados. Ojalá ese tejú no represente al país. Necesitamos que el Presidente gobierne con decisión, que no claudique ante sus enemigos que le van a hacer caer, que vuelva a sus promesas, que intente volver a ser el Presidente de la gente y no de un grupo de poder que tarde o temprano le va a traicionar. La gente está cansada, como esa valiente mujer que en medio de la dura batalla contra el fuego se sintió superada por esa escena de incapacidad.