Golpe bajo

“Fortalecer políticas de deportes, y también el potencial que puede traer al país la presencia de este tipo de actividades”. La respuesta corresponde al entonces candidato presidencial Mario Abdo Benítez a días de las elecciones generales en una visita a la cabina de ABC Cardinal. El evento aludido corresponde a los Juegos Sudamericanos más conocidos como Odesur que se celebran cada cuatro años. Asunción se había postulado y fue elegida en diciembre 2017, días antes de las internas coloradas. Le pregunto si recuerda la fecha del acontecimiento. “Será bajo nuestro mandato”, responde con firmeza. El evento que irá desde el 23 de abril al 6 de mayo de 2022 ya había sido declarado de interés nacional mediante decreto en enero de 2018.

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La semana pasada se cerró con un anuncio que sorprendió al mundo del deporte nacional “semiprofesional”. Vale la aclaración. Paraguay es uno de los pocos países donde el fútbol no solo se lleva la popularidad sino la exclusividad del motor comercial. El balompié tuvo una semana de alta exposición con la presentación de sus tres cuadros más poderosos en la Copa Libertadores. En lo que va del año, Libertad, Cerro Porteño y Olimpia ingresaron al país en concepto de premios más de 13 millones de dólares. Podrían añadir aún más si clasifican a cuartos. La inversión es proporcional porque el ámbito es completamente profesional. En esta disciplina, aspirar a estar entre los mejores del continente no es una utopía.

Otra es la realidad que viven las demás disciplinas. Lejos de las bondades brindadas por el profesionalismo, el atleta se debate entre el extremo sacrificio que consiste el malabarismo de la actividad extradeportiva para sostenerse y la pasión por la disciplina elegida consciente de que el entrenamiento recibido está lejos de lo ideal y se va distanciando de la vanguardia de su modalidad. Para esa comunidad, albergar unos Juegos Odesur significaría dar un salto de calidad para todo el “backstage” que implica la puesta en escena: capacitación, entrenamiento, metodología, nutrición, infraestructura, escenarios y lo más intangible: sentirse deportista en todo el proceso para llegar a esas dos semanas de competencia.

Organizar unos Juegos –aunque sea de rango inferior en comparación a Olímpicos o Panamericanos– implica desafío y riesgo. Aún más en este lado del mundo. Cochabamba –sede de los Juegos el año pasado– llegó sobre la hora con los eternos reclamos: retraso de obras, sospechas de incompetencia y malversación, quejas contra el gobierno por desatención a atletas nacionales. La Villa Olímpica, que albergó a más de 4.000 atletas, pasó al programa Vivienda Ya de la Agencia Estatal de Vivienda para la venta de más de 600 viviendas sociales a crédito con resultados aún inciertos.

En marzo de este año, el presidente Abdo autorizó a la ministra Fátima Morales, de la Secretaría Nacional de Deportes, quien había solicitado suscribir el contrato de Ciudad Sede. Lo que pasó en estos últimos tres meses es la incógnita. La misma SND que en un insólito comunicado detallaba más la construcción de un hospital –un viejo anhelo por cierto y no es función de la SND explicar– y se jactaba de ser el gobierno que más invirtió en deportes. Curiosa conclusión, ya que aún no ha llegado al año de gestión.

Bajarse de una organización –no una candidatura– demuestra falta de seriedad. La ausencia de previsibilidad es nociva para la imagen de cualquier país en todos los aspectos desde la inversión hasta la seguridad jurídica. Bolsonaro salió en la foto de la reciente Copa América. La misma se realizó este año porque Lula consiguió el doblete para el 2014 y 2016. Estabilidad sobre las diferencias hasta ideológicas como signo de madurez.

Utilizar la salud –que va por cuerda separada– para justificar tamaña decisión alimenta las sospechas luego de una semana agitada que vivió el Ejecutivo. Haber elegido un hospital como motivo de abandono de la sede parte de una premisa perversa. Enfrentar la salud y el deporte –dos pilares junto a la educación para una sociedad– es el equivalente de antagonizar a la clase media y trabajadora entre sí cuando el grifo del despilfarro pasa por otras tuberías que nos bombardean con los derroches avalados por la corrupción y correspondiente impunidad.

Paraguay mandó a Cochabamba el año pasado una delegación de 350 integrantes –casi 270 atletas– mientras Bolivia tuvo 620 por su condición de anfitrión. Número similar que hubiera contado la Albirroja amateur con el acercamiento de la cultura de los juegos a los jóvenes porque la promoción del deporte también es salud preventiva. Figura consagrada en la Constitución Nacional en su artículo 84.

Odesur ha reabierto el proceso de selección para conocer al sustituto de Asunción. Esos juegos se llevarán en 2022. Ese mismo año, FIFA anunciará la sede del Mundial 2030. Esperemos que no aparezca la refacción del mismo hospital porque tendremos que bajarnos de otra candidatura.

daniel.chung@abc

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