Cargando...
¿Qué o quién puso en crisis el concepto de masculinidad? Algunas mujeres aseguran que fueron ellas mismas. Pero, si es así, no se mueven solas porque cierto periodismo progre las fogonea entusiastamente, sin olvidar la propaganda vehiculizada por la publicidad y por algunos programas pedagógicos. ¿Qué les desagrada a las feministas, por ejemplo, de la imagen masculina tradicional? Casi nada se salva. Todo objeto, situación, discurso, asociación de ideas y símbolos que sean o hayan sido exclusivos del varón, o tenidos por tales, es pasado por las armas.
El combate contra la imagen masculina tradicional se libra en varios frentes. Si se trata de actividades, como las deportivas, técnicas, intelectuales, etc., se trata de introducir mujeres en esos ámbitos para que los feminicen, como la abeja inserta el polen en cada pistilo. Si esto no da el resultado esperado, entonces resta el remedio extremo: la descalificación de la actividad inconquistada. Un excelente resumen de esto lo ofrece actualmente una polémica publicidad de la marca Gillette, expuesta en USA.
Embiste contra algunos símbolos y mitos tenidos por masculinos, como los desafíos, las peleas mismas, los chistes sobre homosexuales, su predilección por las mujeres provocativas y el gusto por sus imágenes, es decir, todo lo que ahora “está mal”. No menciona la palabra “macho”, que en inglés es la espada preferida del insultario feminista, pero una escena del largo spot exhi-
be la imagen de varios varones parados frente a sus parrillas de barbacoas. Como la marca es de afeitadoras, insiste en un detalle ilustrativo: los “machos” tradicionales van con barbas y bigotes mientras que los “nuevos hombres” van pulcros y bien afeitados. Lo obvio, bien masticado.
Ahora bien, consideremos esta cuestión capital: ¿es cierto que el feminismo está construyendo una “nueva masculinidad”? No tenemos la perspectiva histórica suficiente para responder con certeza, pero, ¿qué clase de masculinidad es aquella con la que quieren reemplazar la “antigua” y qué ganarían o perderían con eso?
No se listarán decenas sino centenas de libros, artículos y hasta frases de impacto aforístico que se vienen escribiendo sobre este asunto en artículos periodísticos, ensayos seudo psicológicos y libros variopintos.
Por lo demás, cabe preguntar asimismo: ¿acaso hay una “nueva femineidad” en proceso de construirse? Según las leyes del magnetismo, si cambia un polo también cambia el otro. Se describe a la “nueva mujer” como aquella capaz de escoger el camino de la vida que prefiera sin más auxilio que su determinación y esfuerzo. “Tú puedes”.
No obstante, es insoslayable que el estilo femenino tradicional posee ventajas formidables. Entonces, ¿cómo ser una “nueva mujer” sin sacrificar el estilo femenino tradicional? Las “lideresas” feministas nos hacen ver la luz: “Mira a tu alrededor; la empresarias, las ejecutivas, las profesionales, las intelectuales, las deportistas exitosas, ¿no te parecen femeninas?”. Bueno, algunas sí, otras no; lo que deja sin respuesta la cuestión central.
¿La nueva mujer será acaso la “superwoman” que nos ofrece el cine comercial estadounidense, la poderosa, capaz de encarar y vencer a varios varones simultáneamente con sus mismas armas, así sea con el músculo, la astucia o la inteligencia; y que, puestas ante las mismas dificultades o tareas, se trate de cambiar una rueda o reparar una estación espacial, las resuelven igual o mejor que ellos?
Habrá una nueva masculinidad seguramente, como una nueva feminidad, ambos ajustándose mejor a la evolución de la sociedad postindustrial, como ocurrió en las eras anteriores. Pero, sabiendo esto, no es necesario privar a alguien de la dulce ilusión de considerarse las protagonistas estelares de las transformaciones culturales.